LA
CUARENTENA COMO APRENDIZAJE PARA LA VIDA.
3ra parte
Bienvenido a la incertidumbre.
Por Dr. Roger
Garcés
Psicólogo
@psicogarces
Alguien me contó que cuando se ordenó como
monje budista su maestro le dijo: “Bienvenido a la incertidumbre”. En realidad,
vivir la vida plenamente implica aceptar la incertidumbre, no podemos planear
ni controlar la vida, sencillamente no tenemos tanto poder. El querer controlarlo
todo es causa de sufrimiento. Esa necesidad de querer tenerlo todo bajo control
no es sino una de las trampas más efectivas en las que de continuo caemos y que
nos genera angustia. Hay una razón para esto, y es que sencillamente desoímos lo que el Buda
llamó la Primera Gran Noble Verdad: TODO ES IMPERMANENTE. Todo pasa, nada dura
para siempre, todo se acaba, pero nosotros tenemos la mala costumbre de querer
aferrarnos a todo. Nos adueñamos de todo; MI carro, MI camisa, MI hija, MI
mujer, MI amiga, MI título, MI posición, etc. llegamos hasta el extremo de
apego y en las reuniones nos sentamos en el MISMO lugar, Y si
alguien se ATREVE a sentarse en MI SITIO, le decimos “Estas sentado en mi
puesto, yo siempre me siento ahí”. Se dice que nuestra Mente es como un chiclets
que se va apegando a todo lo que toca y vamos
arrastrando con nosotros todo lo que vemos.
Esto del apego, por sí solo, ya representa
un problema serio, pero se complica más cuando nos apegamos al control, cuando
desarrollamos ese afán de querer controlarlo todo. Eso nos hace rígidos y no
nos permite observar la Primera Gran Noble Verdad, y esta verdad es que nada
permanece, que todo está en continuo cambio. Las cosas surgen y desaparecen. Por
ejemplo, teníamos una relación de pareja que terminó aunque pensábamos que iba
a durar para siempre; teníamos un grupo de amigos en la infancia que jamás volvimos
a ver; teníamos una afición muy querida que nunca volvimos a practicar; tuvimos
un perro que murió hace años; y así cientos de personas y de cosas han pasado por
nuestra vida y ninguna se ha detenido. El hecho de que lo tengamos hoy no
garantiza que lo tendremos mañana, recuerde: “Seguro está el cielo…”
Entonces tenemos, que
el apego es un problema, y el apego al control es otro problema.
Debemos comenzar entonces
por trabajar el apego. Para eso debemos entender que ni las personas ni las
cosas SON MÍAS, yo soy solamente el custodio. Comenzar a soltar, a no apegarse,
a no creerse dueño de las cosas y de las personas debe ser nuestra tarea. Por lo pronto darnos cuenta de que nos
apegamos a todo y que no somos dueño de nada, ya es buen comienzo.
En segundo lugar
trabajar el apego al control, para esto simplemente debemos saber que no es
posible controlarlo todo. No es posible saberlo todo. No podemos saber cuándo
acabará la pandemia, ni cuando volveremos al trabajo, ni cómo será la vida para
los próximos días. Si nos entrenamos en aceptar la INCERTIDUMBRE como parte de la vida,
estaremos preparándonos con más sabiduría para la vida. El Buda decía que la
manera más sana de cómo relacionarse con la vida es como quien está en un rio
con la mano abierta, y siente el fluir del agua. Si al sacar la mano del agua
cierras el puño y quieres aprisionar el agua, es inútil, se va a salir. Así es
la vida, si quieres apegarte a todo y controlarlo todo, igual la vida va a hacer
lo que le venga en gana.
De tal manera que
siempre hay que dejar espacio para la duda, para lo imponderable, hay que dejar
espacio para el NO saber.
En realidad la
incertidumbre siempre nos acompañó pero no nos permitíamos ni siquiera mirarla.
Los imponderables siempre estuvieron ahí y al lado de ellos nuestra angustiosa
tendencia a querer controlarlo todo.
Hoy la vida nos ha dado
otra lección. No podemos controlarlo todo ni podemos saberlo todo. El aceptar
la incertidumbre como parte de la vida nos hará más sabios y menos ansiosos.
El Buda decía que a lo
único que debemos apegarnos es al cambio. Estar preparado para aceptar que las
cosas cambien no hará más flexibles y nos capacitará para adaptarnos a las
nuevas condiciones que aparezcan.
Aceptar la
incertidumbre al principio da algo de miedo. Dejar la ilusión de que tenemos
control de nuestra vida puede aterrarnos, pero poco a poco nos daremos cuenta
de que podemos estar en paz y vivir en la incertidumbre. No son excluyentes, y
constituyen la clave para la paz verdadera.
Así que, de cara a los
nuevos tiempos: ¡Bienvenido a la incertidumbre!
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