jueves, 2 de abril de 2020

LA CUARENTENA COMO APRENDIZAJE PARA LA VIDA. 3ra parte Bienvenido a la incertidumbre.




LA CUARENTENA COMO APRENDIZAJE PARA LA VIDA.  3ra parte
Bienvenido a la incertidumbre.
Por Dr. Roger Garcés
Psicólogo
@psicogarces

     Alguien me contó que cuando se ordenó como monje budista su maestro le dijo: “Bienvenido a la incertidumbre”. En realidad, vivir la vida plenamente implica aceptar la incertidumbre, no podemos planear ni controlar la vida, sencillamente no tenemos tanto poder. El querer controlarlo todo es causa de sufrimiento. Esa necesidad de querer tenerlo todo bajo control no es sino una de las trampas más efectivas en las que de continuo caemos y que nos genera angustia. Hay una razón para esto,  y es que sencillamente desoímos lo que el Buda llamó la Primera Gran Noble Verdad: TODO ES IMPERMANENTE. Todo pasa, nada dura para siempre, todo se acaba, pero nosotros tenemos la mala costumbre de querer aferrarnos a todo. Nos adueñamos de todo; MI carro, MI camisa, MI hija, MI mujer, MI amiga, MI título, MI posición, etc. llegamos hasta el extremo de apego y en las reuniones nos sentamos en  el MISMO lugar,   Y si alguien se ATREVE a sentarse en MI SITIO, le decimos “Estas sentado en mi puesto, yo siempre me siento ahí”. Se dice que nuestra Mente es como un chiclets que se va apegando a todo lo que toca y vamos  arrastrando con nosotros todo lo que vemos.

     Esto del apego, por sí solo, ya representa un problema serio, pero se complica más cuando nos apegamos al control, cuando desarrollamos ese afán de querer controlarlo todo. Eso nos hace rígidos y no nos permite observar la Primera Gran Noble Verdad, y esta verdad es que nada permanece, que todo está en continuo cambio. Las cosas surgen y desaparecen. Por ejemplo, teníamos una relación de pareja que terminó aunque pensábamos que iba a durar para siempre; teníamos un grupo de amigos en la infancia que jamás volvimos a ver; teníamos una afición muy querida que nunca volvimos a practicar; tuvimos un perro que murió hace años; y así cientos de personas y de cosas han pasado por nuestra vida y ninguna se ha detenido. El hecho de que lo tengamos hoy no garantiza que lo tendremos mañana, recuerde: “Seguro está el cielo…”

Entonces tenemos, que el apego es un problema, y el apego al control es otro problema.
Debemos comenzar entonces por trabajar el apego. Para eso debemos entender que ni las personas ni las cosas SON MÍAS, yo soy solamente el custodio. Comenzar a soltar, a no apegarse, a no creerse dueño de las cosas y de las personas debe ser nuestra tarea.  Por lo pronto darnos cuenta de que nos apegamos a todo y que no somos dueño de nada, ya es buen comienzo.



En segundo lugar trabajar el apego al control, para esto simplemente debemos saber que no es posible controlarlo todo. No es posible saberlo todo. No podemos saber cuándo acabará la pandemia, ni cuando volveremos al trabajo, ni cómo será la vida para los próximos días. Si nos entrenamos en aceptar  la INCERTIDUMBRE como parte de la vida, estaremos preparándonos con más sabiduría para la vida. El Buda decía que la manera más sana de cómo relacionarse con la vida es como quien está en un rio con la mano abierta, y siente el fluir del agua. Si al sacar la mano del agua cierras el puño y quieres aprisionar el agua, es inútil, se va a salir. Así es la vida, si quieres apegarte a todo y controlarlo todo, igual la vida va a hacer lo que le venga en gana.

De tal manera que siempre hay que dejar espacio para la duda, para lo imponderable, hay que dejar espacio para el NO saber.
En realidad la incertidumbre siempre nos acompañó pero no nos permitíamos ni siquiera mirarla. Los imponderables siempre estuvieron ahí y al lado de ellos nuestra angustiosa tendencia a querer controlarlo todo.

Hoy la vida nos ha dado otra lección. No podemos controlarlo todo ni podemos saberlo todo. El aceptar la incertidumbre como parte de la vida nos hará más sabios y menos ansiosos.



El Buda decía que a lo único que debemos apegarnos es al cambio. Estar preparado para aceptar que las cosas cambien no hará más flexibles y nos capacitará para adaptarnos a las nuevas condiciones que aparezcan.

Aceptar la incertidumbre al principio da algo de miedo. Dejar la ilusión de que tenemos control de nuestra vida puede aterrarnos, pero poco a poco nos daremos cuenta de que podemos estar en paz y vivir en la incertidumbre. No son excluyentes, y constituyen la clave para la paz verdadera.
Así que, de cara a los nuevos tiempos: ¡Bienvenido a la incertidumbre!

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