miércoles, 15 de abril de 2020

EL FUTURO POST-PANDEMIA. Parte 1. La mayor riqueza es la mente satisfecha.



EL FUTURO POST-PANDEMIA. Parte 1.
La mayor riqueza es la mente satisfecha.

Hace años, al salir del trabajo, todas las tardes,  pasaba por la panadería y compraba 2 panes “Campesinos” y un refresco de dos litros.  Dizque, para no cenar “pesado”. Cuando la cosa se puso difícil dejé de comprar refresco, y entonces, milagrosamente me curé del reflujo que sufrí por muchos años. Me hice todos los estudios posibles y tomé todos los tratamientos y no me curaba. Eso sí, jamás le hice caso al médico cuando me prohibió tomar refresco. La crisis hizo desaparecer una enfermedad que me acompañó por mucho tiempo. Y en verdad les confieso, no me imaginaba la vida sin refresco.

Lo mismo pasó con el cigarrillo y el alcohol. Luego de muchos años de noche, guitarra, milonga, cigarro y alcohol. No me imaginaba que pudiera existir otra vida que no incluyera un buen trago acompañado de un buen cigarro. Incluso veía a mis amigos no fumadores y pensaba que sus vidas serían muy insípidas sin esas “delicias” que  yo ostentaba. Hace ya diez años dejé de  fumar y de beber, y descubrí que había una vida detrás de esa vida del alcohol. Otra vez todo estaba en mi cabeza.



Así, todos hemos ido dejando de hacer cosas o de comprar cosas que no nos hubiéramos imaginado que pudiéramos vivir sin ellas. Una vez leí una frase del Buda: “La mayor riqueza es la mente satisfecha”, y eso fue una revelación. Me di cuenta cómo la sociedad nos entrena para querer siempre más. A ese “querer siempre más” El Buda lo llamaba: “La mente de la pobreza” Vs. “La mente de la riqueza” que es la mente satisfecha, y  eso es absolutamente cierto.   Vi la publicidad de un Banco que decía: ¿Por qué conformarse con uno si puede tener más? La mente insatisfecha no solamente deforma nuestros patrones de consumo sino también nuestra personalidad y nuestra psique. Desde niños se nos conmina a acumular. Pero esto ocurre a todo nivel y en dimensiones insospechadas. Por ejemplo a los hombres se nos entrena a tener varias mujeres para que seamos verdaderamente “Hombres”, no podemos conformarnos con una sola mujer, eso no es “Cool”. Entonces tenemos que tener dos carros, tres celulares, 20 camisas, tres mujeres, y mucho, mucho, mucho dinero. Y siempre queremos más, y esa fiebre de querer no se sacia nunca. Por ejemplo, si tenemos dos mujeres, entonces queremos tres, y miramos de reojo a la secretaria. El Buda decía que la mente de la pobreza es como el sediento que toma agua salada; siempre tiene sed. Entonces descubrí “La mente satisfecha”. Estos nuevos tiempos en donde ya no consumimos como antes nos han dado la maravillosa oportunidad de conocer la mente satisfecha. Se trata de prestar toda la atención posible a lo que estamos viviendo en la realidad y de dejar de dejarnos llevar por  lo que CREEMOS (en nuestra mente) que nos hace falta. Benedetti escribía: “Si conociéramos con tanta claridad lo que tenemos como conocemos lo que nos falta”, y Píndaro: “Alma no trates de ser inmortal, conténtate con tratar de agotar cada segundo”. Y es que la sociedad de consumo ha horadado nuestras almas hasta hacernos creer que necesitamos siempre más y nos ha convertido en “Espíritus hambrientos”, que nunca pueden saciar su necesidad. La sociedad de consumo nos entrena a creer que siempre necesitamos más, y eso establece una muy mala relación del Ser Humano con los recursos limitados del planeta. En realidad no necesitamos un carro nuevo todos los años, ni un celular nuevo cada seis meses, ni una novia nueva cada tres meses.




Cuando ponemos toda nuestra energía y atención a lo que tenemos en la realidad, aquí y ahora, e ignoramos  nuestra mente insatisfecha que continuamente nos lleva hacia  lo que “deberíamos” tener, entonces se nos abre un horizonte infinito y maravilloso de experiencias que podemos vivir en vivo y directo. Experiencias que podemos degustar de verdad, verdad, en forma plena y profunda.

Les voy a contar una experiencia personal: Toda la vida tomé café, y reconozco que tomaba más azúcar que café. Un día no había azúcar en casa y bueno… me tomé el café sin azúcar. Me dispuse a hacerlo sin ideas preconcebidas, sin pensar en cómo “debería” ser el café o en lo penoso que era no tener azúcar.  Simplemente traté de  degustar aquella bebida como si fuese la primera vez que la tomaba, (y en verdad era la primera vez que la tomaba), y pude descubrir lo delicioso que es un café sin azúcar. De ahora en adelante cada vez que puedo disfrutar una nueva experiencia me siento maravillosamente bien a la vez que me siento un vencedor de mi mismo.



Los tiempos por venir nos exigen que tengamos una relación más sana con la naturaleza. Nos exige que seamos menos depredadores de nuestro medio y mucho más ecológicos. Entre las muchas enseñanzas que nos está dejando esta pandemia es que podemos vivir sin consumir de un modo que no resulte una devastación de los recursos naturales. Que podemos aprender a vivir con lo que tenemos en la realidad aquí y ahora y no viviendo en lo que creemos que deberíamos tener. Otra vez la vida nos está enseñando que la mayor riqueza es la mente satisfecha.


No hay comentarios:

Publicar un comentario