LA MAGIA DE LA NAVIDAD 5
El arbolito de Navidad y Thor
Los antiguos la llamaban “La Piedra del Rayo” y creían que se
desprendía cuando sus dioses golpeaban y generaban rayos. Zeus en Grecia, era
uno a los que se le asocia con el rayo. Homero le llamaba: “Zeus, el que se
complace el lanzar rayos”. Thor, el Dios escandinavo que tenía el martillo Mjollnir
(El Matagigantes), era tan poderoso que con su grito ponía en marcha el
universo. Esa es sólo una muestra del poder de Thor. Los vikingos cuando veían
un rayo sabían que era Thor que estaba golpeando con su martillo Mjollnir, y
cuando caía lo que ahora llamamos meteoritos, sabían que lo que los producía
era el rayo que Thor generaba con su golpe de martillo.
Por eso la Piedra del
Rayo era tan apreciada y respetada. La Piedra del Rayo además producía un
inmenso ruido, al igual que el martillo. Un ruido que producía respeto, al
igual que el rayo. Por eso tenemos una respuesta arquetipal de respeto cuando
alguien genera un golpe como el de un martillo o un mazo sobre un escritorio,
recuerden por ejemplo a un juez en esas películas de Hollywood o a un maestro
espiritual con un mallete o mazo afirmando sus palabras con tres golpes. Lo
cierto es que la Piedra del Rayo infunde respeto. Si ustedes recuerdan la Kabba
reconocerán el infinito respeto que se le puede tener a una piedra caída del
cielo.
La idea es que algo sale del cielo y hace contacto con la
tierra; y ¿Si pasara al revés? Si algo sale de la tierra y hace contacto con el
cielo. Para los antiguos celtas o vikingos un inmenso pino centenario, que
además de sobrevivir al invierno, es capaz de acercarse al cielo, porque va de
abajo hacia arriba. Por eso la idea del ARBOL (y un árbol grande) es la
reciprocidad a la magnificencia del Rayo de Thor que produce la Piedra del
Rayo.
Haga el siguiente experimento: elija un árbol muy alto y
acuéstese boca arriba al pie del ese árbol y trate de mirar su copa. Trate de
ver el final del árbol, la parte más alta, hasta donde ya no hay más; y se dará
cuenta que es muy, muy alto, y uno se siente muy, muy pequeño. Es como cuando uno va a la represa de Guri y
puede contemplar esa mole gigantesca de cemento y ese rio inconmensurablemente
caudaloso. Si se abren todas las compuertas del Guri, se inundaría todo Puerto
Ordáz. ¡Cuando uno se compara con el Guri se siente como una hormiguita! Así
sucede cuando vemos desde la raíz a un
árbol muy alto, y ese sentimiento sobrecogedor fue lo que sintieron los
antiguos cuando contemplaban ese pino al cual adornaban para conmemorar la
victoria del Sol Invencible.
Por eso un Arbolito está relacionado con un Meteorito.
Produce tanto respeto un arbolito navideño como el sonido del golpe que hace un
Juez con su “Martillo”.
Produce respeto por un lado y alegría por otro; Claro! Ahí
estaban los regalos que nos traía el Niño Jesús!
La idea de que Thor tenía que ver con la navidad se justifica
con que Thor genera el Rayo, que genera la Piedra del Rayo, que viene del
cielo, (de arriba hacia abajo) y nosotros los humanos en reciprocidad, tenemos
un pino que crece de abajo hacia arriba, y por eso es tan importante para
nosotros. Con el Árbol de Navidad hacemos contacto con los Dioses. Se dice
fácil, pero medite detenidamente estas palabras:
CON EL ÁRBOL DE NAVIDAD HACEMOS CONTACTO CON
LOS DIOSES.
Caramba! Que es algo grande que trasciende la banalidad de
los días y se convierte en algo sagrado. Además ese árbol se adorna justo para la fiesta de la
entrada por la Puerta de los Dioses el 21 de diciembre se adorna, entre otras cosas, ¡Con una
estrella en la punta! ¡Una estrella! ¡El cielo!
¡Que interesante! ¿No?
Dr. Roger Garcés
Psicólogo
0416 827 62 58
psicogarces@gmail.com
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