jueves, 3 de julio de 2014

VALAR MORGHULIS II ¿Por qué tememos a la muerte?




VALAR MORGHULIS II
¿Por qué tememos a la muerte?

     Es mi opinión que el temor a la muerte tiene varios determinantes. Uno de ellos es la cultura “Mortífoba” en la que vivimos. Desde niños se nos asusta con la muerte y hasta se la representa con un esqueleto que con túnica y guadaña nos busca de forma implacable. Esta representación nos viene de los pintores y grabadores de la España del siglo XV. Debemos recordar que para aquel momento Europa aún no se recuperaba de la “peste negra” ni las miles de guerras espantosas que tuvieron lugar en el viejo continente. Para los pintores españoles medievales verdaderamente la muerte era cosa de temer, y de su miedo inmortalizado en grabados nos viene la representación simbólica que tenemos de la muerte.



Sin embargo, otras culturas no participaban del mismo miedo; los vikingos tenían a las Walkirias, que eran doce divinidades femeninas que escogían a los que caían en batalla. Cabe señalar que para los vikingos era un honor morir en batalla pues, y solo de esa forma, tenían acceso al Valhala, que era el lugar de los dioses en donde los guerreros se divertían comiendo, bebiendo hidromiel y también personificaban batallas que una vez terminadas se relajaban comiendo y bebiendo otra vez.  Roberto Marrero, gran conocedor de la cultura pemona y guía turístico en la Gran Sabana (http://www.mystictours.com.ve/es/default.htm)     en una de sus charlas refirió que el Tepuy conocido como Kukenan debe su nombre a una palabra pemona que significa “Quiero morir”  y es que los guerreros pemones que no morían en batalla subían a las escarpadas paredes del tepuy para lanzarse desde gran altura. Este tepuy está rodeado de misteriosas leyendas y se cuenta que en la noche se escuchan gritos y ruidos, y  una tradición de los pemones cuenta que  la cima está habitado por extrañas criaturas.  En todo caso vemos que, al parecer, el miedo a la muerte y la cultura mortífoba nos viene de España porque los vikimgos y los pemones no compartían el mismo miedo.

              

            





     El miedo a la muerte también es reforzado por la industria del entretenimiento, vemos como Hollywood ha tenido una gran veta de oro al explotar ese miedo durante más de cien años con películas de horror que asocian la muerte con espantos diabólicos y horribles personajes que golpean nuestra psique por lo oprobioso de dicha representación.
     Entonces, resumiendo tenemos que el miedo a la muerte tiene una raíz sociocultural. Es decir: ALGUIEN NOS ENTRENÓ PARA TEMER A LA MUERTE.

RECONOCIENDO A LA MUERTE

     Hay otro determinante sobre el que se instauran las variables anteriormente mencionadas: el desconocimiento de lo que es la muerte. Cierto es, nadie ha vuelto para contarnos realmente qué es la muerte, pero hay abordajes muy respetables que dan cuenta del mismo.por lo general desconocemos estos abordajes y solamente nos quedamos con el miedo instaurado por la cultura.

     Podemos afirmar que tememos  a la muerte porque nuestra cultura se ha empeñado en mantener un error gigantesco y se trata de creer que las cosas permanecen. Los budistas saben desde hace 2.500 años que NADA es permanente. El Buda señaló que TODO ES IMPERMANENTE. “Anisha” era la palabra pali (que era el idioma que hablaba el Buda) para designar justamente la impermanencia.  Nos empeñamos en aferrarnos a las cosas y olvidamos que TODO se va; que nada permanece; que no nos quedamos con nada, por eso rechazamos a la muerte.




     Otro elemento que explica el tema que nos ocupa es que vivimos pensando que la muerte no existe. Nunca nos ocupamos de ella efectivamente, si ignoramos la muerte nos inquieta. Además de ser ignota la muerte es impredecible, y esto es otro argumento en contra de la muerte. No sabemos cuándo va allegar. La muerte es inesperada y sorpresiva. Lamentablemente no aprendemos esta maravillosa lección de la muerte; la muerte es inesperada y sorpresiva…    como debería ser la vida!!! Deberíamos dar a cada momento la posibilidad de abrir las miles de oportunidades que la vida nos ofrece de continuo pero preferimos quedarnos con la rutina!

     Por otra parte existe la creencia de que la muerte es la culminación de todo. Si la muerte es el final de todo entonces hay razón para temerle. Si la muerte es el final de la película; se acaba todo y se apagan las luces, entonces hay razones como para preocuparse… pero, les tengo noticias “fresquecitas”  todos los abordajes espirituales coinciden en que la muerte no es el final, incluso la moderna ciencia cada vez más se acerca a esta conclusión y se han hecho estudios con las llamadas “Experiencias cercanas a la muerte” de las que hay una nutrida documentación (http://www.nderf.org/Spanish/nderf_ndes_spanish.htm) y en fin, todos hemos escuchado algún relato de alguien conocido que nos ha contado algo en esta dirección.  En todo caso, y como nadie ha regresado para contarnos, tanto existe la posibilidad de que la muerte sea el final de todo como de que sea la continuación de algo. Es decir, hay solo dos posibilidades; que se acabe todo o que haya algo después de la muerte. Significa que hay 50 % de posibilidades de que ocurra cualquiera de las dos. 50 % de posibilidades es un valor muy alto como para ignorarlo, y en todo caso, si la preparación para lo que eventualmente haya después de la muerte nos sirve para vivir una vida más plena, más intensa y más feliz, entonces, con mayores razones no podemos ignorar a la muerte y sus enseñanzas.

     Vivimos creyendo que la muerte y la vida no tienen nada que ver. Creemos que la muerte es una “anomalía”. Lama jimpa dice que si la muerte no tuviera nada que ver con la vida entonces podrían coexistir conjuntamente y esto es imposible. Si la muerte fuera algo independiente de la vida, como por ejemplo, una anomalía, entonces vida y muerte pudieran existir simultáneamente, y sabemos que esto no es posible. Y, efectivamente, no es posible porque la muerte forma parte indisoluble de la vida. Vida y muerte son un binomio de continuidad como la luz y la sombra. Esto es, existe la sombra como negación de la luz pero en la misma dimensión de la luz. No existe la sombra sola o la luz sola. La sombra es una consecuencia de la luz; así, la muerte es una consecuencia de la vida. De ahí que lama Jimpa diga que la muerte es la propia vida interrumpiéndose a sí misma.




     Lo anterior nos hace replantarnos la idea que tenemos acerca de la vida ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? Preguntaba continuamente y con mayéutica lama Jimpa. A mi manera de ver, y me atrevo a aventurar un ejemplo: es como el código binario de las computadoras, la condición de ceros y unos que dan lugar a la lógica digital refiere que “uno” es un voltaje determinado pero “cero” no es la ausencia total de voltaje.  Por ejemplo, En los sistemas digitales TTL (lógica de transistor a transistor) de 0 a 0.8 voltios se considera CERO y de 2.8 a 5 voltio UNO.



      Así el valor cero no es la ausencia total de  voltaje, extendiéndonos a nuestra analogía podemos inferir que la muerte no es la ausencia total de energía y es común leer que la conciencia es energía, ergo la muerte no es la ausencia total de conciencia. Aquí se abre una interesante discusión acerca de qué es la vida y qué es la muerte, por lo pronto me despido hasta una próxima entrega con las palabras que nos son conocidas

                                                                  VALAR MORGHULIS




Dr. Roger Garcés
PSICÓLOGO
04168276258
psicogarces@gmail.com

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