VALAR MORGHULIS II
¿Por qué tememos a la muerte?
Es mi opinión que el temor a la muerte
tiene varios determinantes. Uno de ellos es la cultura “Mortífoba” en la que
vivimos. Desde niños se nos asusta con la muerte y hasta se la representa con
un esqueleto que con túnica y guadaña nos busca de forma implacable. Esta
representación nos viene de los pintores y grabadores de la España del siglo
XV. Debemos recordar que para aquel momento Europa aún no se recuperaba de la
“peste negra” ni las miles de guerras espantosas que tuvieron lugar en el viejo
continente. Para los pintores españoles medievales verdaderamente la muerte era
cosa de temer, y de su miedo inmortalizado en grabados nos viene la
representación simbólica que tenemos de la muerte.
Sin embargo, otras culturas no
participaban del mismo miedo; los vikingos tenían a las Walkirias, que eran
doce divinidades femeninas que escogían a los que caían en batalla. Cabe
señalar que para los vikingos era un honor morir en batalla pues, y solo de esa
forma, tenían acceso al Valhala, que era el lugar de los dioses en donde los
guerreros se divertían comiendo, bebiendo hidromiel y también personificaban
batallas que una vez terminadas se relajaban comiendo y bebiendo otra vez. Roberto Marrero, gran conocedor de la cultura
pemona y guía turístico en la Gran Sabana (http://www.mystictours.com.ve/es/default.htm) en una de sus charlas refirió que el Tepuy
conocido como Kukenan debe su nombre a una palabra pemona que significa “Quiero
morir” y es que los guerreros pemones
que no morían en batalla subían a las escarpadas paredes del tepuy para
lanzarse desde gran altura. Este tepuy está rodeado de misteriosas leyendas y
se cuenta que en la noche se escuchan gritos y ruidos, y una tradición de los pemones cuenta que la cima está habitado por extrañas criaturas.
En todo caso vemos que, al parecer, el
miedo a la muerte y la cultura mortífoba nos viene de España porque los
vikimgos y los pemones no compartían el mismo miedo.
El miedo a la muerte también es reforzado
por la industria del entretenimiento, vemos como Hollywood ha tenido una gran
veta de oro al explotar ese miedo durante más de cien años con películas de
horror que asocian la muerte con espantos diabólicos y horribles personajes que
golpean nuestra psique por lo oprobioso de dicha representación.
Entonces, resumiendo tenemos que el miedo
a la muerte tiene una raíz sociocultural. Es decir: ALGUIEN NOS ENTRENÓ PARA
TEMER A LA MUERTE.
RECONOCIENDO A LA MUERTE
Hay otro determinante sobre el que se
instauran las variables anteriormente mencionadas: el desconocimiento de lo que
es la muerte. Cierto es, nadie ha vuelto para contarnos realmente qué es la
muerte, pero hay abordajes muy respetables que dan cuenta del mismo.por lo
general desconocemos estos abordajes y solamente nos quedamos con el miedo
instaurado por la cultura.
Podemos afirmar que tememos a la muerte porque nuestra cultura se ha
empeñado en mantener un error gigantesco y se trata de creer que las cosas
permanecen. Los budistas saben desde hace 2.500 años que NADA es permanente. El
Buda señaló que TODO ES IMPERMANENTE. “Anisha” era la palabra pali (que era el
idioma que hablaba el Buda) para designar justamente la impermanencia. Nos empeñamos en aferrarnos a las cosas y
olvidamos que TODO se va; que nada permanece; que no nos quedamos con nada, por
eso rechazamos a la muerte.
Otro elemento que explica el tema que nos
ocupa es que vivimos pensando que la muerte no existe. Nunca nos ocupamos de
ella efectivamente, si ignoramos la muerte nos inquieta. Además de ser ignota
la muerte es impredecible, y esto es otro argumento en contra de la muerte. No
sabemos cuándo va allegar. La muerte es inesperada y sorpresiva.
Lamentablemente no aprendemos esta maravillosa lección de la muerte; la muerte
es inesperada y sorpresiva… como
debería ser la vida!!! Deberíamos dar a cada momento la posibilidad de abrir
las miles de oportunidades que la vida nos ofrece de continuo pero preferimos
quedarnos con la rutina!
Por otra parte existe la creencia de que la
muerte es la culminación de todo. Si la muerte es el final de todo entonces hay
razón para temerle. Si la muerte es el final de la película; se acaba todo y se
apagan las luces, entonces hay razones como para preocuparse… pero, les tengo
noticias “fresquecitas” todos los
abordajes espirituales coinciden en que la muerte no es el final, incluso la
moderna ciencia cada vez más se acerca a esta conclusión y se han hecho
estudios con las llamadas “Experiencias cercanas a la muerte” de las que hay
una nutrida documentación (http://www.nderf.org/Spanish/nderf_ndes_spanish.htm)
y en fin, todos hemos escuchado algún relato de alguien conocido que nos ha
contado algo en esta dirección. En
todo caso, y como nadie ha regresado para contarnos, tanto existe la
posibilidad de que la muerte sea el final de todo como de que sea la
continuación de algo. Es decir, hay solo dos posibilidades; que se acabe todo o
que haya algo después de la muerte. Significa que hay 50 % de posibilidades de
que ocurra cualquiera de las dos. 50 % de posibilidades es un valor muy alto
como para ignorarlo, y en todo caso, si la preparación para lo que
eventualmente haya después de la muerte nos sirve para vivir una vida más
plena, más intensa y más feliz, entonces, con mayores razones no podemos
ignorar a la muerte y sus enseñanzas.
Vivimos creyendo que la muerte y la vida
no tienen nada que ver. Creemos que la muerte es una “anomalía”. Lama jimpa
dice que si la muerte no tuviera nada que ver con la vida entonces podrían
coexistir conjuntamente y esto es imposible. Si la muerte fuera algo
independiente de la vida, como por ejemplo, una anomalía, entonces vida y
muerte pudieran existir simultáneamente, y sabemos que esto no es posible. Y,
efectivamente, no es posible porque la muerte forma parte indisoluble de la
vida. Vida y muerte son un binomio de continuidad como la luz y la sombra. Esto
es, existe la sombra como negación de la luz pero en la misma dimensión de la
luz. No existe la sombra sola o la luz sola. La sombra es una consecuencia de
la luz; así, la muerte es una consecuencia de la vida. De ahí que lama Jimpa
diga que la muerte es la propia vida interrumpiéndose a sí misma.
Lo anterior nos hace
replantarnos la idea que tenemos acerca de la vida ¿Qué es la vida? ¿Qué es la
muerte? Preguntaba continuamente y con mayéutica lama Jimpa. A mi manera de ver,
y me atrevo a aventurar un ejemplo: es como el código binario de las computadoras,
la condición de ceros y unos que dan lugar a la lógica digital refiere que
“uno” es un voltaje determinado pero “cero” no es la ausencia total de voltaje.
Por ejemplo, En los sistemas digitales
TTL (lógica de transistor a transistor) de 0 a 0.8 voltios se considera CERO y de
2.8 a 5 voltio UNO.
Así el valor cero no es la ausencia total
de voltaje, extendiéndonos a nuestra
analogía podemos inferir que la muerte no es la ausencia total de energía y es
común leer que la conciencia es energía, ergo la muerte no es la ausencia
total de conciencia. Aquí se abre una interesante discusión acerca de qué es la
vida y qué es la muerte, por lo pronto me despido hasta una próxima entrega con
las palabras que nos son conocidas
VALAR
MORGHULIS
Dr. Roger Garcés
PSICÓLOGO
04168276258
psicogarces@gmail.com
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