martes, 16 de enero de 2018

LAS MENTIRAS DE LA RABIA


PARA JUSTIFICAR LA IRA


     Al hacer una sistemática observación dela ira nos damos cuenta, entre otras cosas, que la ira generalmente comienza con un pensamiento. Me doy cuenta de algo que juzgo que está mal, y por eso lo rechazo. El tema del rechazo lo vamos a ver más adelante. Vamos a ir por parte diseccionando la ira, descomponiéndola en partes, hasta lograr comprenderla y transformarla.

     Decíamos que la ira comienza como un pensamiento. Entonces nos damos cuenta que esa distinción entre pensamiento y emoción no es tal. Aquello que nos decían de ser un ser “Muy racional y que no siente emociones”, en realidad no es cierto. Los pensamientos tienen un componente emocional. Yo pienso que un nombre más cercano a la realidad sería el de  PENSAMOCIONES que sería una mezcla de Pensamiento y Emociones. La espiral la conocemos, nos ponemos a hablar de algo (pensamiento) y de repente la conversación deviene en una tormenta de emociones que se sale de control. Las parejas conocen este proceso, los que tratan de hablar de política se dan cuenta de este proceso. (Siempre insistiré en que no hablamos de política que es la reunión de los ciudadanos en asamblea, sino que hablamos de posiciones partidistas en las que queremos aplastar al otro con nuestro punto de vista). Pero nos sirve para darnos cuenta de la existencia de ese binomio de los pensamientos y las emociones. Ergo, la ira tiene un componente racional que son los argumentos con que legitimamos la ira, son los cuentos que nos contamos. Lo peor es que nos creemos esos cuentos que nos contamos. Nosotros creemos que nos dan una base sólida para justificar nuestra rabia. Lo más triste es que la mayoría de las cosas que pensamos ya han sido pensadas antes por los que dirigen los pensamientos en la sociedad y lo hacen a través de los medios de comunicación. Las redes sociales, como expresión más sofisticadas de lo que son los mecanismos de control social nos moldean nuestro pensamiento mucho antes de que nos demos cuenta. No me refiere a la diatriba política existente hoy en Venezuela, no, los medios configuraron nuestro pensamiento  hace ya decenas de años. Por ejemplo, cuando pensamos que las mujeres son inferiores a los hombres con “chistes” como: ¿Cuántas neuronas tiene una mujer? Y la respuesta: 4 neuronas, una para cada hornilla! Con ejemplos como ese vamos conformando un modo de pensar que desde muy niños nos condicionan y llegamos a adultos y creemos que ESO que nos enseñaron es la realidad. Fíjense la tragedia: si alguien piensa que la mujer es inferior al hombre, y además es PROPIEDAD del hombre, tiene toda la justificación del mundo para matarla cuando le descubre una infidelidad. Lamentablemente se cuentan por millones los casos como este. Cuando yo era niño escuchaba con mi padre “La leyenda del horcón”, un poema gaucho recitado en la voz de Luis Edgardo Ramírez. En una parte del poema dice:

“Yo fui mijo el que maté a tu madre desgraciada
  Porque en la cama acostada con otro hombre la encontré”
Y el hijo le responde:
“¡Hizo bien tata querido! Venga viejo, lo perdono por lo tanto que ha sufrido”
Imaginen, ¡El mismo hijo que creció sin madre le dice que está bien hecho que haya matado a su mamá, y además lo perdona porque ha sufrido mucho!



     Este es uno de los millones de ejemplos con que justificamos la rabia y creemos que la rabia es lícita. Si creemos la rabia es legal está justificada.
Hay algunos puntos que recogen el sustrato de las justificaciones, ya los habíamos visto pero igual los recordamos y la Psicologia Budista los sistematiza de la manera siguiente:

1)    El que odia interpreta la realidad desde su óptica y cree que la realidad responde a su criterio. Es decir, las cosas deberían ser como YO digo. Ya se dan cuenta del tamaño del Ego que dice esto!!

2)    El que odia proyecta, inventa, exagera cualidades negativas de aquello que considera como malo.
Recordemos, es solo nuestra percepción. Basta ver a personas hablando mal de alguien a quien odian y cómo van diciendo cosa tras cosa, llegado un punto la misma persona se da cuenta que lo que escucha es verdaderamente exagerado, pero no importa, el frenesí es tal que allí no cabe el juicio crítico no el principio de realidad.

3)    El que odia no se da cuenta que es parte de la interpretación. Yo veo las cosas así porque YO SOY así. Recordemos, como es adentro es afuera, y las cosas que veo en mi exterior son las cosas que yo tengo en mi interior. De ahí el cuento esotérico del abuelo que está en el camino que conduce a un pueblito y un viajero le pregunta. ¿Cómo es la gente en ese pueblo? El viejo, le repregunta: Dígame primero cómo es la gente en el pueblo de donde usted viene? El viajero le dice: esa gente es una calamidad, envidiosa, conflictiva, en fin, gente muy mala. El viejo le dice: aquí la gente es igual. A los pocos minutos llega otro viajero y le hace la misma pregunta al viejo: ¿Cómo es la gente en este pueblo? Y el viejo hace la misma repregunta: Cómo es la gente del pueblo de donde usted viene? Pero esta vez el viajero contesta: son todos una maravilla, son gente amable, solidaria, en fin todos son muy buena gente. Y el viejo le contesta; aquí la gente es igual, y el viajero se va contento. El nieto que había escuchado las dos respuestas le pregunta al viejo del por qué de esas dos respuestas, a lo que el viejo explica: “ Es que las cosas no son como son sino como SOMOS”. Así que no se trata de que son negros o blancos, magallaneros o caraquistas, hombres o mujeres, chavistas o de oposición, el odio lo llevamos por dentro y necesitamos justificarlo con un argumento.

4)    El que odia genera una inconciencia que le impide darse cuenta que odia, y cuando uno lo confronta dice: NoooooOOOooooooo Seeeeeeñoooorrrr!!! Yo no odio. Usted está muy equivocado. En realidad ira, rabia, rencor, molestia, enfado, arrechera, todos son la misma energía. Se trata de la energía del rechazo que ya el Buda había caracterizado como uno de los tres venenos del alma. El que odia no se da cuenta que odia y cree que son los demás los que odian. El que odia no se da cuenta que cada conversación es un baile y cada persona está respondiendo a la actitud que se toma en ese momento.


5)    El que odia cree que su molestia es una rabiecita, y como tal justificable. El cree que odio era lo que tenía Hitler contra los judíos, pero yo, yo no, lo mío es pequeño y pasajero. Y no se dan cuenta que esa rabia puede crecer hasta después decir: Yo fui mijo el que maté a tu madre desgraciada…

6)    El que odia no va a renunciar fácilmente a su rabia. Yo recuerdo una persona que decía: “Ni que vengan cien terapeutas, ni que vengan mil Budas, voy a dejar de tenerle arrechera a esos carajos”. . hace muchos años cuando se estrenó la película “El color purpura” de Steven Spealberg, se la recomendaba a alguien que me preguntaba por la misma. Yo le dije es muy buena, se trata de una negra… y en ese momento la persona me cortó y me dijo: “No, yo no quiero ver películas de negros”, a lo que yo le respondí: No vale, anda a ver la película, uno termina agarrándole cariño a la negrita, y me volvió a cortar: “¡Yo no quiero agarrarle cariño a ningún negro!” Krishnamurti decía: “El hombre puede renunciar a todo, menos a su angustia”, y yo parafraseo, el hombre puede renunciar a todo, menos a su ira.



     Por eso ya podemos darnos cuenta de

LAS MENTIRAS DELA RABIA

El que odia cree que la rabia elimina aquello que le molesta. ¡Mentira!

Porque si esto fuera cierto, la primera vez que la esposa le regaña al marido porque llega tomado un viernes en la madrugada se acabarían los problemas. NO, vemos que esa conducta se sigue repitiendo incluso por años. Entonces la rabia no elimina aquello que nos molesta. La gente dice: “’Y entonces le formé su peo!” y realmente con eso no logra mucho, lo único que logra es molestarse porque la rabia no cambia la conducta del otro. Es como el que maldice y toca corneta en una cola en la autopista, la rabia no elimina la cola, lo único que hace es molestarse innecesariamente.

El que odia cree que el poder lo tiene el otro.
¡Mentira!

El que odia cree que el otro tiene aquello que es necesario para su felicidad. El otro tiene a la mujer que me gusta, o al carro que me gusta, o la ropa que me gusta, o el alimento que me gusta, y que creo que ESO que tiene el otro en absolutamente necesario para mi felicidad. En las peleas entre parejas se ve muy claramente esta mentira. Cada uno cree que el otro tiene algo que el uno necesita para vivir. En la conflictividad social ocurre lo mismo, creemos que los recursos son limitados y que ELLOS tienen aquello que NOSOTROS no tenemos, en realidad cada sector piensa lo mismo, el uno del otro.


Lo que se desea es algo concreto.
¡Mentira!

El que odia porque cree que el otro tiene algo que él no tiene, él cree que aquello que desea es algo. Cuando nos aferramos a algo, creemos que ese algo es algo sólido. No nos damos cuenta que solamente es una construcción mental que hacemos con respecto a eso que creemos sólido. La realidad es vacío fértil interconectado. El concepto de vacío es uno de los más difíciles de entender en la filosofía budista. Se parece mucho a la interpretación de la mecánica cuántica. Borh decía: “No hay realidad profunda, solo fenómeno”. El fenómeno es lo externo. Fe noumen = Externo, Noumen = Interno. Por eso a los dioses los llaman Númenes. Entonces el que odia cree que aquello que le hace falta es algo real, y no se da cuenta que es solamente una construcción mental cargada de simbolismo.

El que odia cree que el otro tiene el poder de hacerlo rabiar.
¡Mentira!

Cuando nos molestamos decidimos molestarnos voluntariamente. Con frecuencia escuchamos decir: “Es que ella me hizo arrechar” o “Es que ellos tienen la culpa”, cuando en realidad nosotros mismo somos los responsables de nuestra conducta.
Ya nos dimos cuenta que el pensamiento es como un gusanito que aparece y después degenera en la emoción perturbadora de la rabia. Si nosotros dejamos que ese gusanito actúe a sus anchas va a generar la rabia. Somos nosotros los que permitimos  a ese gusanito alimentarse y crecer. No son los demás. Cuando decimos: “EL me hizo arrechar” es como si “EL” tuviera una varita mágica y con un conjuro tipo película de Harry Potter dominara por completo nuestra personalidad al punto de no tener voluntad y solamente cumplir con los mandatos de “EL”. Ya sabemos que no es así, YO permití ese pensamiento y lo acepté. EL puede hacer lo que quiera, pero queda de mi parte si me engancho o no.

El que odia cree que NO tiene ninguna relación con aquel a quien odia.
¡Mentira!

Todos estamos interconectados, y tenemos una interdependencia muy estrecha con TODOS los seres. Hace años veía por T.V. un programa de Marietta Santana donde entrevistaban a unos Neo Nazis en Venezuela, y un joven neonazi rubio le decía a un negrito que se veía como de clase humilde: “Lo que queda claro es que YO no tengo nada que ver contigo”. Los que odian se sientes desconectados lo que corresponde a un error GIGANTEZCO. Ya todo el mundo sabe que todos formamos parte de todo. Ya está suficientemente aclarado que todos estamos interconectados y que las cosas materiales no están desconectadas de nosotros.




Para terminar les dejo estas palabras de Buda:


“Somos lo que pensamos,
todo lo que somos surge de nuestros pensamientos,
con nuestros pensamientos hacemos el mundo.
Habla y actúa con una mente impura
y los líos te seguirán,
como la rueda sigue el buey que jala la carreta.

Somos lo que pensamos,
todo lo que somos surge de nuestros pensamientos,
con nuestros pensamientos hacemos el mundo.
Habla y actúa con una mente pura
y la felicidad te seguirá,
ineludible como tu sombra.

"Mira cómo me abusó y me pegó,
Cómo me tiró y robó."
Vive con pensamientos de ese tipo y vivirás en el odio.

"Mira cómo me abusó y me pegó,
Cómo me tiró y robó."
Abandona los pensamientos de ese tipo y vivirás en el amor.

En este mundo todavía
el odio nunca ha eliminado al odio.
Sólo el amor elimina al odio.
Esta es la ley, antigua y sempiterna.
Tú también vas a perecer;

sabiendo esto, ¿cómo puedes pelearte?”

Roger Garcés
Psicologo Clínico
0416 8276258

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