PARA JUSTIFICAR LA IRA
Al hacer una sistemática observación dela ira nos damos
cuenta, entre otras cosas, que la ira generalmente comienza con un pensamiento.
Me doy cuenta de algo que juzgo que está mal, y por eso lo rechazo. El tema del
rechazo lo vamos a ver más adelante. Vamos a ir por parte diseccionando la ira,
descomponiéndola en partes, hasta lograr comprenderla y transformarla.
Decíamos que la ira comienza como un pensamiento. Entonces nos
damos cuenta que esa distinción entre pensamiento y emoción no es tal. Aquello que
nos decían de ser un ser “Muy racional y que no siente emociones”, en realidad
no es cierto. Los pensamientos tienen un componente emocional. Yo pienso que un
nombre más cercano a la realidad sería el de
PENSAMOCIONES que sería una mezcla de Pensamiento y Emociones. La espiral
la conocemos, nos ponemos a hablar de algo (pensamiento) y de repente la
conversación deviene en una tormenta de emociones que se sale de control. Las parejas
conocen este proceso, los que tratan de hablar de política se dan cuenta de
este proceso. (Siempre insistiré en que no hablamos de política que es la
reunión de los ciudadanos en asamblea, sino que hablamos de posiciones
partidistas en las que queremos aplastar al otro con nuestro punto de vista). Pero
nos sirve para darnos cuenta de la existencia de ese binomio de los
pensamientos y las emociones. Ergo, la ira tiene un componente racional que son
los argumentos con que legitimamos la ira, son los cuentos que nos contamos. Lo
peor es que nos creemos esos cuentos que nos contamos. Nosotros creemos que nos
dan una base sólida para justificar nuestra rabia. Lo más triste es que la
mayoría de las cosas que pensamos ya han sido pensadas antes por los que
dirigen los pensamientos en la sociedad y lo hacen a través de los medios de
comunicación. Las redes sociales, como expresión más sofisticadas de lo que son
los mecanismos de control social nos moldean nuestro pensamiento mucho antes de
que nos demos cuenta. No me refiere a la diatriba política existente hoy en
Venezuela, no, los medios configuraron nuestro pensamiento hace ya decenas de años. Por ejemplo, cuando pensamos
que las mujeres son inferiores a los hombres con “chistes” como: ¿Cuántas
neuronas tiene una mujer? Y la respuesta: 4 neuronas, una para cada hornilla! Con
ejemplos como ese vamos conformando un modo de pensar que desde muy niños nos
condicionan y llegamos a adultos y creemos que ESO que nos enseñaron es la
realidad. Fíjense la tragedia: si alguien piensa que la mujer es inferior al
hombre, y además es PROPIEDAD del hombre, tiene toda la justificación del mundo
para matarla cuando le descubre una infidelidad. Lamentablemente se cuentan por
millones los casos como este. Cuando yo era niño escuchaba con mi padre “La
leyenda del horcón”, un poema gaucho recitado en la voz de Luis Edgardo Ramírez.
En una parte del poema dice:
“Yo fui mijo el que maté a tu madre desgraciada
Porque en la cama
acostada con otro hombre la encontré”
Y el hijo le responde:
“¡Hizo bien tata querido! Venga viejo, lo perdono por lo
tanto que ha sufrido”
Imaginen, ¡El mismo hijo que creció sin madre le dice que está
bien hecho que haya matado a su mamá, y además lo perdona porque ha sufrido
mucho!
Este es uno de los millones de ejemplos con que justificamos
la rabia y creemos que la rabia es lícita. Si creemos la rabia es legal está
justificada.
Hay algunos puntos que recogen el sustrato de las
justificaciones, ya los habíamos visto pero igual los recordamos y la Psicologia
Budista los sistematiza de la manera siguiente:
1)
El
que odia interpreta la realidad desde su óptica y cree que la realidad responde
a su criterio. Es decir, las cosas deberían ser como YO digo. Ya se dan cuenta
del tamaño del Ego que dice esto!!
2)
El
que odia proyecta, inventa, exagera cualidades negativas de aquello que
considera como malo.
Recordemos, es solo nuestra
percepción. Basta ver a personas hablando mal de alguien a quien odian y cómo van
diciendo cosa tras cosa, llegado un punto la misma persona se da cuenta que lo
que escucha es verdaderamente exagerado, pero no importa, el frenesí es tal que
allí no cabe el juicio crítico no el principio de realidad.
3)
El
que odia no se da cuenta que es parte de la interpretación. Yo veo las cosas
así porque YO SOY así. Recordemos, como es adentro es afuera, y las cosas que
veo en mi exterior son las cosas que yo tengo en mi interior. De ahí el cuento
esotérico del abuelo que está en el camino que conduce a un pueblito y un
viajero le pregunta. ¿Cómo es la gente en ese pueblo? El viejo, le repregunta: Dígame
primero cómo es la gente en el pueblo de donde usted viene? El viajero le dice:
esa gente es una calamidad, envidiosa, conflictiva, en fin, gente muy mala. El viejo
le dice: aquí la gente es igual. A los pocos minutos llega otro viajero y le
hace la misma pregunta al viejo: ¿Cómo es la gente en este pueblo? Y el viejo
hace la misma repregunta: Cómo es la gente del pueblo de donde usted viene?
Pero esta vez el viajero contesta: son todos una maravilla, son gente amable,
solidaria, en fin todos son muy buena gente. Y el viejo le contesta; aquí la
gente es igual, y el viajero se va contento. El nieto que había escuchado las
dos respuestas le pregunta al viejo del por qué de esas dos respuestas, a lo
que el viejo explica: “ Es que las cosas no son como son sino como SOMOS”. Así que
no se trata de que son negros o blancos, magallaneros o caraquistas, hombres o
mujeres, chavistas o de oposición, el odio lo llevamos por dentro y necesitamos
justificarlo con un argumento.
4)
El
que odia genera una inconciencia que le impide darse cuenta que odia, y cuando
uno lo confronta dice: NoooooOOOooooooo Seeeeeeñoooorrrr!!! Yo no odio. Usted está
muy equivocado. En realidad ira, rabia, rencor, molestia, enfado, arrechera,
todos son la misma energía. Se trata de la energía del rechazo que ya el Buda había
caracterizado como uno de los tres venenos del alma. El que odia no se da
cuenta que odia y cree que son los demás los que odian. El que odia no se da
cuenta que cada conversación es un baile y cada persona está respondiendo a la
actitud que se toma en ese momento.
5)
El
que odia cree que su molestia es una rabiecita, y como tal justificable. El cree
que odio era lo que tenía Hitler contra los judíos, pero yo, yo no, lo mío es
pequeño y pasajero. Y no se dan cuenta que esa rabia puede crecer hasta después
decir: Yo fui mijo el que maté a tu madre desgraciada…
6)
El
que odia no va a renunciar fácilmente a su rabia. Yo recuerdo una persona que
decía: “Ni que vengan cien terapeutas, ni que vengan mil Budas, voy a dejar de
tenerle arrechera a esos carajos”. . hace muchos años cuando se estrenó la película
“El color purpura” de Steven Spealberg, se la recomendaba a alguien que me
preguntaba por la misma. Yo le dije es muy buena, se trata de una negra… y en
ese momento la persona me cortó y me dijo: “No, yo no quiero ver películas de
negros”, a lo que yo le respondí: No vale, anda a ver la película, uno termina agarrándole
cariño a la negrita, y me volvió a cortar: “¡Yo no quiero agarrarle cariño a ningún
negro!” Krishnamurti decía: “El hombre puede renunciar a todo, menos a su
angustia”, y yo parafraseo, el hombre puede renunciar a todo, menos a su ira.
Por eso ya podemos
darnos cuenta de
LAS MENTIRAS DELA RABIA
El que odia cree que la rabia elimina
aquello que le molesta. ¡Mentira!
Porque si esto fuera cierto, la
primera vez que la esposa le regaña al marido porque llega tomado un viernes en
la madrugada se acabarían los problemas. NO, vemos que esa conducta se sigue repitiendo
incluso por años. Entonces la rabia no elimina aquello que nos molesta. La gente
dice: “’Y entonces le formé su peo!” y realmente con eso no logra mucho, lo único
que logra es molestarse porque la rabia no cambia la conducta del otro. Es como
el que maldice y toca corneta en una cola en la autopista, la rabia no elimina
la cola, lo único que hace es molestarse innecesariamente.
El que odia cree que el poder lo
tiene el otro.
¡Mentira!
El que odia cree que el otro tiene
aquello que es necesario para su felicidad. El otro tiene a la mujer que me
gusta, o al carro que me gusta, o la ropa que me gusta, o el alimento que me
gusta, y que creo que ESO que tiene el otro en absolutamente necesario para mi
felicidad. En las peleas entre parejas se ve muy claramente esta mentira. Cada uno
cree que el otro tiene algo que el uno necesita para vivir. En la
conflictividad social ocurre lo mismo, creemos que los recursos son limitados y
que ELLOS tienen aquello que NOSOTROS no tenemos, en realidad cada sector
piensa lo mismo, el uno del otro.
Lo que se desea es algo concreto.
¡Mentira!
El que odia porque cree que el otro
tiene algo que él no tiene, él cree que aquello que desea es algo. Cuando nos aferramos
a algo, creemos que ese algo es algo sólido. No nos damos cuenta que solamente
es una construcción mental que hacemos con respecto a eso que creemos sólido. La
realidad es vacío fértil interconectado. El concepto de vacío es uno de los más
difíciles de entender en la filosofía budista. Se parece mucho a la interpretación
de la mecánica cuántica. Borh decía: “No hay realidad profunda, solo fenómeno”.
El fenómeno es lo externo. Fe noumen = Externo, Noumen = Interno. Por eso a los
dioses los llaman Númenes. Entonces el que odia cree que aquello que le hace
falta es algo real, y no se da cuenta que es solamente una construcción mental
cargada de simbolismo.
El que odia cree que el otro tiene el
poder de hacerlo rabiar.
¡Mentira!
Cuando nos molestamos decidimos
molestarnos voluntariamente. Con frecuencia escuchamos decir: “Es que ella me
hizo arrechar” o “Es que ellos tienen la culpa”, cuando en realidad nosotros
mismo somos los responsables de nuestra conducta.
Ya nos dimos cuenta que el
pensamiento es como un gusanito que aparece y después degenera en la emoción perturbadora
de la rabia. Si nosotros dejamos que ese gusanito actúe a sus anchas va a
generar la rabia. Somos nosotros los que permitimos a ese gusanito alimentarse y crecer. No son
los demás. Cuando decimos: “EL me hizo arrechar” es como si “EL” tuviera una
varita mágica y con un conjuro tipo película de Harry Potter dominara por
completo nuestra personalidad al punto de no tener voluntad y solamente cumplir
con los mandatos de “EL”. Ya sabemos que no es así, YO permití ese pensamiento
y lo acepté. EL puede hacer lo que quiera, pero queda de mi parte si me
engancho o no.
El que odia cree que NO tiene ninguna
relación con aquel a quien odia.
¡Mentira!
Todos estamos interconectados, y
tenemos una interdependencia muy estrecha con TODOS los seres. Hace años veía por
T.V. un programa de Marietta Santana donde entrevistaban a unos Neo Nazis en
Venezuela, y un joven neonazi rubio le decía a un negrito que se veía como de
clase humilde: “Lo que queda claro es que YO no tengo nada que ver contigo”. Los
que odian se sientes desconectados lo que corresponde a un error GIGANTEZCO. Ya
todo el mundo sabe que todos formamos parte de todo. Ya está suficientemente
aclarado que todos estamos interconectados y que las cosas materiales no están desconectadas
de nosotros.
Para terminar les dejo estas palabras
de Buda:
“Somos lo que pensamos,
todo lo que somos surge de nuestros
pensamientos,
con nuestros pensamientos hacemos el
mundo.
Habla y actúa con una mente impura
y los líos te seguirán,
como la rueda sigue el buey que jala
la carreta.
Somos lo que pensamos,
todo lo que somos surge de nuestros
pensamientos,
con nuestros pensamientos hacemos el
mundo.
Habla y actúa con una mente pura
y la felicidad te seguirá,
ineludible como tu sombra.
"Mira cómo me abusó y me pegó,
Cómo me tiró y robó."
Vive con pensamientos de ese tipo y
vivirás en el odio.
"Mira cómo me abusó y me pegó,
Cómo me tiró y robó."
Abandona los pensamientos de ese tipo
y vivirás en el amor.
En este mundo todavía
el odio nunca ha eliminado al odio.
Sólo el amor elimina al odio.
Esta es la ley, antigua y sempiterna.
Tú también vas a perecer;
sabiendo esto, ¿cómo puedes pelearte?”
Roger Garcés
Psicologo Clínico
0416 8276258
No hay comentarios:
Publicar un comentario