LAS ESTEREOTIPIAS, UNA PROPUESTA PARA SU
ABORDAJE
Aprender a leer en el Autismo y en el Asperger las conductas repetitivas, ritualistas y estereotipadas
Por Lic. Roger Garcés
Psicólogo Clínico
Hemos vistos en algunos
niños unas extrañas y llamativas conductas que sorprenden a sus padres, a sus
maestros y a sus compañeros. Nos parecen atavismos irracionales e imperdonables
que pueden ilustrar alguna película surrealista al más claro estilo Buñuel. A mi
parecer, en el fondo, de eso se trata.
Al investigar acerca de las
estereotipias, el mismo nombre ya refiere alguna condición patológica. La terminología
usada es la terminología médica y esto nos conecta con la noción de “enfermedad”.
¿Qué pasaría si comenzamos a entender las estereotipias como una metáfora? Una
metáfora que describe la más cruda de las realidades como es la vida misma.
Desde el punto de vista académico las
estereotipias se definen como un conjunto de conductas motoras repetitivas, de
alta frecuencia, que parecen no tener de un propósito evidente. Con mucha
frecuencia se observan este tipo de conductas en una variedad de síndromes como
en el Autismo o como más modernamente es llamado T.E.A. (Trastornos de Espectro
Autista), el Asperger, y otros síndromes
más. No existe una edad determinada para el inicio de las conductas
estereotipadas y las mismas pueden aparecer luego de un evento altamente estresante.
Estas son algunas
características de los movimientos estereotipados:
- · Ocurren solamente en vigilia, es decir mientras el niño está despierto.
- · Tienen una duración variable.
- · Son recurrentes.
- · Pueden cesar si se distrae al niño, se proporciona algún estímulo sensorial o se le cambia de actividad.
Las estereotipias son de
muy difícil tratamiento y la actitud de
los padres es con frecuencia es una mezcla de frustración y sufrimiento por
soportarlas. Con frecuencia se observa rechazo por parte de los padres llegando
incluso a generar conductas violentas hacia el niño. Lo que si es cierto es que
los tratamientos tradicionales que van desde la Terapia Conductual, hasta la
farmacológica pasando por una variedad de terapias novedosas no han dado en el
clavo con respecto a las estereotipias. De nuevo, la frustración en los padres
que van buscando de terapeuta en terapeuta, de profesional en profesional, de
especialidad en especialidad la “Cura” para tal “molestia”.
LA METÁFORA
“Esta mañana me encontré a
mi padre con el bolsillo desinflado y el corazón más alto que una casualidad”.
Escribía nuestro premio nacional de Literatura, el poeta William Osuna, y
describía con ello una condición que sólo es posible dibujar por medio de la
metáfora. La imagen de aquel hombre que sin tener un Bolívar en el bolsillo se
enfrenta a la vida con desenfado, es una muestra maravillosa de cómo una
metáfora es la vía más directa para comprender.
Se dice que “El verdadero
Tao no se puede poner en palabras”, por eso surge la metáfora y la ésta es constituyente
fundamental de la poesía. Por eso alguien decía que la poesía es la “ciencia
más exacta”, porque describe perfectamente las cosas por medio de la metáfora,
y en el fondo, uno sabe que es así.
“Mariposa marrón de madera,
niño violín que se desespera” con la que Zitarrosa describía la relación de Becho,
aventajado violinista de la Orquesta Sinfónica del Uruguay con su instrumento. “Si esta calle fuera un hombre, dolería” otra
vez con William Osuna y donde describe esa calle particular cercana al Nuevo
Circo de Caracas llena de sombras de la noche y malvivientes. Las anteriores son
muestras de que la poesía es la “trasgresión de la palabra”, y es la “transgresión”
porque usando las palabras como deben ser usadas, no podemos transmitir lo que
queremos. Así nos atrevemos a proponer que el síntoma, la estereotipia es la trasgresión
del lenguaje corporal estandarizado y socialmente aceptado.
Aquí entramos ya en
materia. Cuántas veces hemos visto estereotipias que son socialmente aceptadas:
el jugador de caballos que hace sonar los dedos mientas sacude la mano violentamente;
la mujer que se asombra por algo y vaticina una consecuencia inmediata y mueve
repetidamente la mano sacudiéndola al compás de un Ay, ay, ay, ay!; el movimiento
repetitivo de la pierna de aquel sujeto “nervioso”. En todos los casos hay una
estereotipia, lo que distingue a estos casos es que, en el fondo, “sabemos” que
es lo que quiere decir cada una de ellas. Y eso es precisamente lo que nos
mortifica con la estereotipia de los niños, que no sabemos qué significan
porque no podemos “leerlas” ni entenderlas, ni comprenderlas.
Hay metáforas en la
literatura muy crípticas: “...Mi elocuente locura ha robado mis palabras,
secuestró mis ideas y prepara explotar mi simplicidad. Puso alas a mi pesimismo
y se marchó junto a mis caprichos...” como nos lo dice nuestra poeta Isis
Sulbarán. En el Perú Verástegui cantaba: “En mi país la poesía ladra, suda
orina tiene sucias las axilas”.
Hagamos el siguiente
experimento mental, al estilo de Hawking y Condillac: imaginemos que hay una
sociedad donde la gente no se mueve, no
hace movimientos con las manos y en la que un niño de 5 años repite sin cesar:
“En mi país la poesía ladra, suda,
orina, tiene sucias las axilas,
En mi país la poesía ladra, suda,
orina, tiene sucias las axilas
En mi país la poesía ladra, suda, orina,
tiene sucias las axilas”.
¿No lo llevaríamos inmediatamente al psicólogo? Si nosotros somos los
padres y no sabemos lo que este muchacho quiere decir, creo que lo trataríamos
exactamente igual a como tratamos a la estereotipia, es decir, como una
patología, la castigamos y la rechazamos.
EL ABORDAJE
La estereotipia es una metáfora
de la “Realidad transaccional” que se vive en la dinámica familiar, por tanto
si la castigamos aparecerá con más fuerza, si la ignoramos se mantendrá tanto
tiempo sea necesario hasta que descifremos sus códigos. Si la medicamos
disminuirá su frecuencia e intensidad pero cuando no esté la medicación vendrá
con todas sus fuerzas. Si la tratamos como una enfermedad se rebelará contra
nosotros como un libro escrito en otro idioma que te exige que aprendas ese
nuevo idioma para poder ser comprendido. Pues eso es precisamente lo que
debemos hacer, debemos aprender a leer entre líneas, debemos aprender “Inter
Leggere” o Inte Ligencia (inteligencia),
debemos despojarnos de cualquier contenido académico o racional y
dejarnos llevar por el sendero de la metáfora hasta descubrir qué es lo que nos
quieren decir. La estereotipia es un mensajero ¿Qué tal si le recibimos la
carta a ese mensajero?
Lic. Roger Garcés
PSICÓLOGO CLÍNICO
0416 827 62 58
enelrespiramos@gmail.com
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