sábado, 1 de junio de 2013

SIN IRA NO HAY ENEMIGO.
ANATOMÍA DEL ODIO  II.

      Insistimos en la importancia de la auto-observación como una de las herramientas más poderosas para manejar la rabia. Necesitamos observarnos continuamente, una y otra vez. A cada segundo, a cada minuto.  A veces creemos que odio solamente es cuando se asesina a millones de personas y olvidamos que esas expresiones hirientes que lanzamos a los demás también refieren la misma energía del odio.  Por ello es determinante la auto-observación porque a través de ella podemos empezar a darnos cuenta de cómo el odio nos rodea como una atmósfera oscura. Cuando subimos al Ávila y miramos Caracas desde el Humboldt nos damos cuenta que una capa de smog cubre la ciudad. Sin embargo, cuando estamos en la Caracas no notamos ese smog. Así pasa con el odio, la mayoría de las veces no notamos que lo tenemos encima. El odio que sentimos se convierte en un huésped que se va adueñando poco a poco de todo y pasa a ser parte del paisaje hasta el punto de no notar que existe. Podemos notar el odio de los demás pero no notamos el que tenemos nosotros.



     Por lo anterior no dejaremos de insistir en la auto-observación; es la principal fuente de conocimiento para conjurar el odio. Podemos elegir para ello la ayuda de un terapeuta experimentado (psicoterapia) o podemos hacer meditación. Con la meditación aprendemos a observarnos. Cuando fijamos la atención en la respiración aprendemos a mirar sin que la mente nos diga qué es lo que tenemos que mirar. Aprendemos a ver la realidad tal como es, sin ponerle ni quitarle.  Podemos programar un reloj (o un celular) para que suene cada cierto tiempo, de ésta manera cuando la alarma se active preguntarnos: “¿Qué estoy sintiendo? La idea es identificar la emoción que se tiene en ese momento. No nos preocupamos tanto por la situación que causó la emoción sino más bien la emoción en sí misma. Observamos sin juzgar si es bueno o es malo, observamos sin involucrarnos. Luego de varios días comenzaremos a ver un patrón en nuestras emociones. Ese es el patrón a modificar!


      Las emociones tienden a auto-legitimarse. Esto es, si tenemos odio entonces inconscientemente buscaremos participar en situaciones que nos causen odio y de esta manera el odio se eterniza. Esto es lo que se conoce como “Principio de Sincronicidad”. Jung introdujo este concepto en 1952 y queda descrito como relaciones acausales, cosas que ocurren concurrentemente. Pareciera describirse mejor ese concepto con la idea que reporta la “Ley de Atracción” recientemente publicitada. Así, si tenemos odio, entonces tenemos la tendencia a atraer situaciones que nos dan rabia, y mientras más rabia tengamos, más atraemos estas situaciones. Es una espiral sin fin, un círculo vicioso que necesitamos romper.




    La manera de cortar este círculo de odio comienza por observarnos. Esto nos preparará para ver dónde ponemos la tijera.      

Lic Roger Garcés
PSICÓLOGO CLÍNICO.
0416 8276258

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