SIN IRA NO
HAY ENEMIGO.
ANATOMÍA DEL
ODIO II.
Insistimos en la
importancia de la auto-observación como una de las herramientas más poderosas
para manejar la rabia. Necesitamos observarnos continuamente, una y otra vez. A
cada segundo, a cada minuto. A veces
creemos que odio solamente es cuando se asesina a millones de personas y
olvidamos que esas expresiones hirientes que lanzamos a los demás también refieren
la misma energía del odio. Por ello es
determinante la auto-observación porque a través de ella podemos empezar a
darnos cuenta de cómo el odio nos rodea como una atmósfera oscura. Cuando subimos
al Ávila y miramos Caracas desde el Humboldt nos damos cuenta que una capa de
smog cubre la ciudad. Sin embargo, cuando estamos en la Caracas no notamos ese
smog. Así pasa con el odio, la mayoría de las veces no notamos que lo tenemos
encima. El odio que sentimos se convierte en un huésped que se va adueñando
poco a poco de todo y pasa a ser parte del paisaje hasta el punto de no notar
que existe. Podemos notar el odio de los demás pero no notamos el que tenemos
nosotros.
Por lo anterior no
dejaremos de insistir en la auto-observación; es la principal fuente de
conocimiento para conjurar el odio. Podemos elegir para ello la ayuda de un
terapeuta experimentado (psicoterapia) o podemos hacer meditación. Con la
meditación aprendemos a observarnos. Cuando fijamos la atención en la
respiración aprendemos a mirar sin que la mente nos diga qué es lo que tenemos
que mirar. Aprendemos a ver la realidad tal como es, sin ponerle ni quitarle. Podemos programar un reloj (o un celular) para
que suene cada cierto tiempo, de ésta manera cuando la alarma se active
preguntarnos: “¿Qué estoy sintiendo? La idea es identificar la emoción que se
tiene en ese momento. No nos preocupamos tanto por la situación que causó la
emoción sino más bien la emoción en sí misma. Observamos sin juzgar si es bueno
o es malo, observamos sin involucrarnos. Luego de varios días comenzaremos a
ver un patrón en nuestras emociones. Ese es el patrón a modificar!
Las emociones
tienden a auto-legitimarse. Esto es, si tenemos odio entonces inconscientemente
buscaremos participar en situaciones que nos causen odio y de esta manera el
odio se eterniza. Esto es lo que se conoce como “Principio de Sincronicidad”.
Jung introdujo este concepto en 1952 y queda descrito como relaciones
acausales, cosas que ocurren concurrentemente. Pareciera describirse mejor ese
concepto con la idea que reporta la “Ley de Atracción” recientemente
publicitada. Así, si tenemos odio, entonces tenemos la tendencia a atraer
situaciones que nos dan rabia, y mientras más rabia tengamos, más atraemos
estas situaciones. Es una espiral sin fin, un círculo vicioso que necesitamos
romper.
La manera de cortar
este círculo de odio comienza por observarnos. Esto nos preparará para ver
dónde ponemos la tijera.
Lic Roger Garcés
PSICÓLOGO CLÍNICO.
0416 8276258
Lic Roger Garcés
PSICÓLOGO CLÍNICO.
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