sábado, 22 de junio de 2013

viernes, 7 de junio de 2013

Anatomía del odio. Parte 3

ANATOMÍA DEL ODIO
PARTE III

SIN IRA NO HAY ENEMIGO.

Formas erróneas de trabajar la ira.
     La rabia, la ira, el odio, la molestia, la irritabilidad son todos ropajes de una misma energía y se han tratado de manejar por distintas vías. En los años 70 surgió una corriente psicológica que animaba a las personas a que “drenaran” su rabia golpeando cojines o gritando.  Esto no fue una técnica definitiva en el control de la ira solamente se “saciaban” las ganas de agredir pero en cuanto se eliminaba esa “saciedad”, volvía la ira. Por ello descargar la rabia no es una manera efectiva de manejarla.



Pero si descargar la rabia no es efectivo para manejarla tampoco lo es tragársela. Reprimir la ira solo nos causa sufrimiento que puede traducirse en enfermedades y/o accidentes. Hay gente que toma una tercera opción: ignorar la rabia. Esto tampoco ha probado ser efectivo porque la mente nos pone celadas en las que caemos muy fácilmente y de repente nos vemos envueltos en una situación de rabia que aparece casi que de la nada. Es porque esa rabia que pretendimos ignorar nos toma por asalto y hace de las suyas en una especie de “Golpe de Estado” por parte de esa rabia que había sido ignorada y que estaba escondida.  
     Así que tenemos tres formas inadecuadas de manejar la rabia:
Reprimirla
Descargarla
Ignorarla.
      Como hemos insistido en el programa de radio y a lo largo de estos escritos, la forma de manejar la rabia comienza por OBSERVAR la rabia, tal y como es; observar es qué situaciones aparece; observar cómo es esa rabia; observar cuáles son los síntomas fisiológicos de la rabia; observar cuáles son las consecuencias familiares y/o sociales de la rabia. Etc. Cuando la podemos ver en detalle podemos desprendernos de ella porque podemos trascender la adicción que produce la rabia. Porque la rabia es eso: una adicción. Saboreamos la rabia a cada momento, cuando comemos, cuando nos bañamos, cuando vemos televisión, etc. etc. Cuando la vemos en detalle en nosotros nos damos cuenta que la rabia no es ese monstruo que se apodera de nosotros sino que es una construcción que nosotros mismos hemos hecho de una interpretación  equivocada de la realidad



      Cuando queremos que la realidad se comporte como nosotros queremos que sea según nuestros esquemas mentales. Cuando no aceptamos la realidad sino queremos que cambie porque no nos gusta la realidad entonces nos da rabia y generamos un pensamiento que repetimos como un mantra: “Esto no debe ser”,  y como la realidad es distinta a lo que creemos  que “no debe ser” interpretamos que hay una especie de “conspiración” contra nosotros y decimos: “A mí todo me sale mal”, “Se meten conmigo porque soy débil” y así vamos construyendo un libreto en la película de nuestra vida en el que nos asignamos el peor papel posible. Así vamos por la vida “actuando” nuestro libreto y, por supuesto, lleno de rabia.



      Por lo anteriormente descrito para manejar adecuadamente la rabia debemos, en primer lugar, observarla, para poder identificar qué clase de adicción es la que hemos generado con respecto a esa rabia. En segundo lugar debemos poder deshacernos de esa adicción al entender que la realidad no tiene por qué comportarse cómo nosotros queremos, y  entonces podemos ver el papel que hemos venido jugando en ese libreto perverso que hemos venido escribiendo para nuestra vida. De esto surge una importante recomendación: Identifique cuál es el libreto que ha construido para su vida.

Lic Roger Garces
Psicólogo ClínicoCentro de medicina Hiperbárica y rehabilitación.
Previa cita Telf 0212 451 83 75

sábado, 1 de junio de 2013

SIN IRA NO HAY ENEMIGO.
ANATOMÍA DEL ODIO  II.

      Insistimos en la importancia de la auto-observación como una de las herramientas más poderosas para manejar la rabia. Necesitamos observarnos continuamente, una y otra vez. A cada segundo, a cada minuto.  A veces creemos que odio solamente es cuando se asesina a millones de personas y olvidamos que esas expresiones hirientes que lanzamos a los demás también refieren la misma energía del odio.  Por ello es determinante la auto-observación porque a través de ella podemos empezar a darnos cuenta de cómo el odio nos rodea como una atmósfera oscura. Cuando subimos al Ávila y miramos Caracas desde el Humboldt nos damos cuenta que una capa de smog cubre la ciudad. Sin embargo, cuando estamos en la Caracas no notamos ese smog. Así pasa con el odio, la mayoría de las veces no notamos que lo tenemos encima. El odio que sentimos se convierte en un huésped que se va adueñando poco a poco de todo y pasa a ser parte del paisaje hasta el punto de no notar que existe. Podemos notar el odio de los demás pero no notamos el que tenemos nosotros.



     Por lo anterior no dejaremos de insistir en la auto-observación; es la principal fuente de conocimiento para conjurar el odio. Podemos elegir para ello la ayuda de un terapeuta experimentado (psicoterapia) o podemos hacer meditación. Con la meditación aprendemos a observarnos. Cuando fijamos la atención en la respiración aprendemos a mirar sin que la mente nos diga qué es lo que tenemos que mirar. Aprendemos a ver la realidad tal como es, sin ponerle ni quitarle.  Podemos programar un reloj (o un celular) para que suene cada cierto tiempo, de ésta manera cuando la alarma se active preguntarnos: “¿Qué estoy sintiendo? La idea es identificar la emoción que se tiene en ese momento. No nos preocupamos tanto por la situación que causó la emoción sino más bien la emoción en sí misma. Observamos sin juzgar si es bueno o es malo, observamos sin involucrarnos. Luego de varios días comenzaremos a ver un patrón en nuestras emociones. Ese es el patrón a modificar!


      Las emociones tienden a auto-legitimarse. Esto es, si tenemos odio entonces inconscientemente buscaremos participar en situaciones que nos causen odio y de esta manera el odio se eterniza. Esto es lo que se conoce como “Principio de Sincronicidad”. Jung introdujo este concepto en 1952 y queda descrito como relaciones acausales, cosas que ocurren concurrentemente. Pareciera describirse mejor ese concepto con la idea que reporta la “Ley de Atracción” recientemente publicitada. Así, si tenemos odio, entonces tenemos la tendencia a atraer situaciones que nos dan rabia, y mientras más rabia tengamos, más atraemos estas situaciones. Es una espiral sin fin, un círculo vicioso que necesitamos romper.




    La manera de cortar este círculo de odio comienza por observarnos. Esto nos preparará para ver dónde ponemos la tijera.      

Lic Roger Garcés
PSICÓLOGO CLÍNICO.
0416 8276258