jueves, 8 de abril de 2021

APUNTES PARA EL ESTUDIO DEL PSICO-COVID. Parte 2 LA SOLEDAD

 

Apuntes para el estudio del PSICO-COVID 2

La soledad

Por Dr. Roger Garcés

Psicólogo

@psicogarces

 

La serie de escritos que iniciamos con respecto al Psico-Covid se refiere a los aspectos psicológicos relacionados con este virus. En ningún momento estamos diciendo que el Covid es una enfermedad inventada o irreal. No, no confundamos las cosas. El Covid es una realidad y como tal tenemos que abordarla.

Es en esta dirección que escribimos estos textos.

 

En un primer escrito abordamos el tema del Miedo y la Ansiedad. En este segundo escrito vamos a tratar de entender cómo afecta la Soledad y el Silencio en esta pandemia.

 

El definitivamente poeta, Alfredo Zitarrosa había escrito:

“La soledad son cuatro mundos; el de la mentira, el de la vergüenza, el del miedo y el de la soledad”.

Creo que esta bella imagen poética nos puede servir como esquema de trabajo, y vamos a pasearnos por los “mundos” de la soledad.

 

El mundo de la mentira.

 

La mentira del Covid se trata del 2do tipo de mentiras que señalaba Borges, y se refiere a callar la verdad. Cantaba el gaucho Martín Fierro

“El que calla una verdad, miente sin abrir la boca”. Así las mentiras que arrastra la soledad son verdades silenciadas. No nos atrevemos a  hablar  de nuestros miedos, de nuestras inseguridades; ni siquiera se nos ocurre hablar de la muerte, cosa que en algún momento  sucederá, tal vez no hoy ni mañana, pero sucederá. Así, nos sumergimos en nuestro dolor y actuamos como si no existiera.  A esto se le llama el “Dolor Negado”; es decir cuando  negamos toda preocupación a los demás y la enterramos en las profundidades de nuestra alma.




 

Se dice que “La enfermedad nos hace honestos”. Cuando estamos sanos, alguien nos pregunta ¿Cómo estás? E inmediatamente y sin pensarlos contestamos; Bien.  Y en realidad esa respuesta  no es honesta.  De cierto que la mayoría de las veces  no estamos bien o  estamos molestos, o tristes, o incómodos, etc, pero “Bien”, muy pocas veces. Pero con la enfermedad no podemos mentir. La enfermedad nos hace honestos. Cuando tenemos 39 de fiebre y alguien nos pregunta ¿Cómo estás? Le respondemos honestamente: “Me siento terrible”.

Entonces, la honestidad  ocurre cuando tenemos la enfermedad, pero cuando estamos sanos nos callamos el sinfín de preocupaciones y angustias que a cada segundo pasan por nuestra mente.

 

Pienso que antes y durante el proceso del Covid, las personas deben contarse lo que les preocupa y deben hablar todas las angustias que anidan en su alma. Probablemente las preocupaciones suyas sean las mismas que la de la persona que tiene al lado. Esto es lo que el Buda llamaba “Pisar el mismo terreno”

 

Ante el mundo de la mentira, les dejamos la primera recomendación:

Hable y comunique sus angustias con las personas que tiene al lado, probablemente esta persona tenga  las mismas preocupaciones. Si no se hablan cada uno se condena a un silencio que ahoga. Si por el contrario se comunican, se acercan las almas por el vínculo del amor y eso los puede hacer más  fuertes. Sucede  como con los dos  niños de 6 y 7 años que duermen juntos y uno despierta al otro para que lo acompañe al baño en la madrugada porque tiene ganas de orinar y le da miedo ir solo. Al otro también le da miedo ir, primero lo duda pero al fin se deciden, y van  rapidito tomados de la mano al baño. Luego vuelven y se acuestan como quien  evade una tormenta. ¿Alguno de los dos fue valiente? No. Simplemente juntaron sus miedos y justamente eso los hizo enfrentar el miedo.

 



De tal manera que cuando comunicamos nuestros miedos nos  hacemos más fuertes,  vencemos la incomunicación y nos hacemos honestos. Al mismo tiempo nos incorporamos en el vínculo, o lo que es lo mismo, en la comunicación y el amor. Ya no estamos aislados con nuestra preocupación, sino que la angustia puede ser un lazo que nos una con el otro, que tal vez (y es lo que siempre sucede) tiene la misma angustia que nosotros. Parafraseando al Buda, cuando hablamos de nuestras angustias estamos pisando el mismo terreno que el otro.

Shakespeare escribía: “Que se te critique cuando callas, jamás por haber hablado” y el poeta uruguayo Romildo Risso cantaba: “Le tengo rabia al silencio por lo mucho que perdí, que no se quede callado quien quiera vivir feliz”.

 

Tal vez esta pandemia nos ha venido a enseñar que tenemos que hablar para establecer conexión con el otro. Esa conseja con la que nos han criado de que “Para qué voy a hablar de mis problemas, si ya cada quien tiene con los suyos” no es cierta. Esa otra conseja de: “Es que ella tiene que saber qué es lo que me pasa” tampoco es verdad. Ella no tiene visión de Rayos X como Superman, ni lee las mentes para saber qué  le pasa si Ud. no lo habla.



Cuando contactamos con nuestra vulnerabilidad estamos ante las puertas del amor.  Recuerde simplemente su niñez, cuando era absolutamente vulnerable, ahí Ud. despertó el más claro sentimiento de amor. Por eso no trate de proyectar una imagen de dureza en estos tiempos. He escuchado a madres decir: “Es que no puedo desmoronarme ante mis hijos”. Pues bien, si Ud. llora ante sus hijos,  ellos van a crecer sabiendo que el dolor es una realidad y que hay que sanarlo; Por otra parte los niños  no van a crecer creyendo que el dolor hay que ocultarlo y por tanto nunca podrán sanarlo.

 

Pues bien, mírelo desde otro punto de vista, tarde o temprano hemos de vencer esta pandemia porque como enseñaba el Buda: “Todo pasa”, “Todo es impermanente”. Más temprano que tarde hemos de retomar el abrazo y el cálido beso en la mejilla. Pero primero debemos entrenarnos en la Honestidad y comunicarnos con el otro para establecer el vínculo y vivir al amparo del amor.

Y qué bueno es que empecemos desde ya a entrenarnos en amar. Recordemos a Martí: “Lo que no está hecho, por hacerse está”, y ¿Qué tal si empezamos por salir de nuestro caparazón y comenzar a hablar con las personas que amamos?

 

 

 

 

 

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