Apuntes
para el estudio del Psico-Covid 3
El miedo a
la muerte
Por Roger
Garcés
Psicólogo
@psicogarces
Siguiendo con el esquema de trabajo que
Zitarrosa nos dio, nos toca averiguar acerca del Miedo. Es mi opinión que el
temor a la muerte tiene varios determinantes:
Cultura Mortífoba.
Desde niños se nos asusta con la muerte
y hasta se la representa con un esqueleto que con túnica y guadaña nos busca de
forma implacable. Esta representación nos viene de los pintores y grabadores de
la España del siglo XV. Debemos recordar que para aquel momento Europa aún no
se recuperaba de la “peste negra” ni las miles de guerras espantosas que
tuvieron lugar en el viejo continente. Para los pintores españoles medievales
verdaderamente la muerte era cosa de temer, y
su miedo nos los han legado en grabados que a la postre son la
representación simbólica que tenemos de la muerte.
Sin embargo, otras culturas no
participaban del mismo miedo; los vikingos tenían a las Walkirias, que eran
doce divinidades femeninas que escogían a los que caían en batalla. Para los
vikingos era un honor morir en batalla pues, y solo de esa forma, tenían acceso
al Valhala, que era el lugar de los dioses en donde los guerreros se divertían
comiendo, bebiendo hidromie. Roberto Marrero, gran conocedor de la cultura
pemona y guía turístico en la Gran Sabana, en una de sus charlas refirió que el
tepuy conocido como Kukenan debe su nombre a una palabra pemona que significa
“Quiero morir” y es que los guerreros
pemones que no morían en batalla subían a las escarpadas paredes del tepuy para
lanzarse desde gran altura En todo caso vemos que, al parecer, el miedo a la
muerte y la cultura mortífoba nos viene de España porque los vikingos y los
pemones no compartían el mismo miedo.
El miedo a la muerte también es reforzado por la industria del
entretenimiento, vemos como Hollywood ha tenido una gran veta de oro al
explotar ese miedo durante más de cien años con películas de horror que asocian
la muerte con espantos diabólicos y horribles personajes que golpean nuestra
psique por lo oprobioso de dicha representación.
Entonces, resumiendo tenemos que el miedo a la muerte tiene una raíz
sociocultural. Es decir: ALGUIEN NOS ENTRENÓ PARA TEMER A LA MUERTE.
Desconocimiento e incertidumbre.
Amén de ese entrenamiento, el miedo a la
muerte se alimenta de la incertidumbre, de no saber qué hay más allá cuando se
acaba la vida. Mucho de esta incertidumbre tiene que ver con no saber qué es la
vida misma.
Lama Jimpa refiere que “La muerte es la vida misma interrumpiéndose
a sí misma”. De lo que se desprende que en realidad la muerte no existe y
que lo que llamamos muerte sigue formando parte del proceso de la vida. Todos los abordajes místicos, espirituales, y
gran parte de la filosofía clásica coparte la idea de que la vida no se acaba con
la muerte. Las tesis de la reencarnación, la resurrección de la carne, la
transmigración de las almas y el reencontrarse con el origen como las ideas de
platón así lo verifican.
La muerte no es una anomalía sino un
proceso correlativo a la vida. Si la muerte fuera algo externo, anómalo y disociado de la vida, vida y muerte pudieran
coexistir y sabemos que esto no es posible. De manera que la muerte FORMA PARTE
DEL PROCESO DE LA VIDA.
Por otra parte, he visto en el miedo a
la muerte mucho de miedo a la vida. He asistido a pacientes que tienen mucho
miedo a la muerte y se eximen de hacer muchas cosas porque “Se pueden morir”.
Por ejemplo, no vuelan en aviones, porque éstos se pueden caer; No nadan porque
se pueden ahogar; No salen a fiestas porque los pueden atracar; no comen sino
comida nutritiva porque ni no lo hacen se pueden enfermar y morir.
En fin, sus vidas son puro no, no, no,
no, y una larga lista de no. Cuando se explora porque no hacen todas las cosas
que evitan en la vida, la razón profunda es que en realidad éstas cosas le dan
miedo, y cuando no las hacen le ponen la etiqueta del miedo a la muerte cuando
en realidad es miedo a la vida.
O sea, que en la ensalada del miedo a
la muerte encontramos los siguientes ingredientes:
Desconocimiento acerca de lo que es la
muerte.
Desconocimiento acerca de lo que es la
vida.
Entrenamiento de temer a la muerte que
alimenta una gran industria de cine y entretenimiento.
Miedo a la vida.
Y AHORA EL COVID
Con todas estas taras y limitaciones
con relación a la muerte nos cae encima el Covid y nos despierta los más
ancestrales miedos que nos han infundido desde los pintores medievales, la
ignorancia, la incertidumbre y Hollywood.
Con el Covid se activan todos los
miedos ancestrales y personales, de manera que vemos en cada persona a un
posible peligro, y las ideas que nos vienen
a la cabeza son cada vez más escalofriantes. Con el miedo a la muerte
por Covid se nos desborda la “Loca de la casa” (la imaginación) y nos pone a
pensar en cosas que nos atormentan y nos aturden. Y entonces uno se pregunta
¿Cómo es posible que tengamos tanto miedo a la muerte si es lo más seguro que
tenemos?
La respuesta a esta pregunta supera los límites de este escrito y se adentra en
las explicaciones del control político de las sociedades por medio del miedo.
Pues bien, si esta pandemia nos va a
ayudar a superar el miedo a la muerte y darnos cuenta por fin de que la muerte
no existe, pues bienvenida sea la pandemia.
Se cuenta que en los tiempos del Buda a
una mujer se le había muerto su pequeño hijo. Entonces le pidió al Buda que se
lo reviviera, y el Buda le dijo que él se lo iba a revivir, pero primero tenía
que conseguirle algunos ingredientes para la pócima, le pidió solo unos granos
de mostaza, pero le advirtió a la mujer que solo sirve para la fórmula la
mostaza de una familia a la que no le haya muerto nadie. La mujer le dijo al
Buda: “Maestro comprendo la ayuda que me has dado. Me has hecho ver que la
muerte la tenemos al lado, y aunque me revivas a mi hijo se va a volver a
morir, enséñame mejor aquello que no muere”.
Así, sí reconocemos a la muerte como un
proceso natural que forma parte de la vida misma, y además podemos acceder a
conocimientos trascendentales, la ganancia es inconmensurable. Tenemos entonces con esta pandemia una
oportunidad de oro para conocer las
enseñanzas y reconocer en nuestras almas “Aquello que no muere”.