LA MAGIA Y LOS MAGOS
Parte 2. El pensamiento.
Habíamos señalado
que existen tres elementos que hay que hacer coincidir para que ocurra el acto
mágico. Estos elementos son: El pensamiento, la palabra y la obra. Cuando
podemos hacer coincidir estas tres fuerzas no existe la menor posibilidad de
que no ocurra el acto mágico. Recuerde simplemente la oportunidad en la que
usted ha logrado algo. Recordando esa oportunidad Usted podrá verificar que su
pensamiento, su discurso y sus acciones iban en la misma dirección. Así mismo
cuando algo fracasó, (recuerde por ejemplo aquella relación que no llegó a
cristalizar), seguramente podrá recordar que sus pensamientos eran negativos,
su verbatum no era el mejor y sus acciones dejaban abierta mucha duda. Por
tanto estas tres fuerzas deben coincidir para que ocurra la sincronicidad y
aparezca el acto mágico. Hoy nos vamos a
referir al primero de ellos, hoy vamos a hablar del Pensamiento.
Los antiguos
Vedantas refieren que “El Sí mismo se imagina a Sí mismo”.
Esto es; la creación de lo que yo
soy proviene de lo que yo creo
que soy yo. Se trata del “Guion de la película”, así como me pienso, así soy
yo. Muchas veces este guion no es
positivo para el que lo piensa. Las siguientes afirmaciones no ocurren en el
consultorio del terapeuta sino a las 2 am cuando estamos tomando unos tragos
con los amigos. En esa oportunidad referimos cosas como: “Es que yo soy muy
tonto” o “Yo soy un desastre”. A veces por tratar de ser “graciosos y
ocurrentes” respondemos a la pregunta de: ¿Es Usted Daniel Pérez? Con un
lastimoso “Lo que queda”. Si esta es la
idea que tenemos de nosotros mismos es fácil avizorar nuestro destino.
“El Sí mismo se
imagina a Sí mismo” es la explicación más clara acerca del porqué nos pasan las
cosas que nos pasan. Así como yo creo que soy yo, así serán las cosas
pertinentes a ese yo, así serán las cosas que le “hagan juego”.
Por otra parte yo
he hecho de mi lo que he querido. Es decir, cuando éramos niños soñamos cosas,
quisimos ser algo cuando grandes, de tal manera que ahora que somos adultos
somos el producto de lo que deseamos para nosotros mismos. Tal vez cuando niños
quisimos ser astronautas o bomberos, etc. Todo lo que somos ahora es producto
de lo que pedimos para nosotros mismos. Recordemos cuando decíamos: “Cuando sea
grande voy a ser como mi papá” o en mi profesión voy a ser como esta figura
notable. Tal vez si nos gusta la música quisimos ser como un gran artista que
fue nuestro ejemplo, etc, etc. De lo que se desprende que si soy lo que he
deseado para mi entonces, mi pensamiento está determinado por otra sentencia
del Vedanta: “Tu eres lo que tu deseo más profundo es. Como es tu deseo es tu
intención, como es tu intensión es tu voluntad, como es tu voluntad son tus
actos y como son tus actos es tu destino”. El deseo es entonces un
motor importantísimo para el movimiento psíquico. Un alma que no desea es
inmóvil y estéril. El deseo es un
elemento fundamental en varias teorías psicológicas, de ellas el
Psicoanálisis es tal vez la teoría más reconocida. El deseo entonces se
convierte en una definición del pensamiento. Si podemos alimentar el
pensamiento sería de deseo, y es justamente el deseo lo que dirige en primer
lugar al pensamiento. Es el pensamiento el que identifica el deseo y lo
delimita. Es el pensamiento el que se encarga de dilucidar qué es lo que el
hombre quiere. El pensamiento como una linterna interior que alumbra las
profundidades del alma para que uno se dé cuenta de qué es lo que quiere. El
pensamiento puede identificar ideas y emociones; nominar las mismas y
organizarlas. De tal manera que corresponde al pensamiento responder la
pregunta más importante de la vida; “¿Qué
es lo que yo quiero?”. Muchas personas tardan años tratando de responder
esta pregunta, otros no la responden nunca. En mi práctica clínica he visto que
a las personas les cuesta mucho trabajo saber qué es lo que quieren. Por ello,
para responder esta pregunta se debe poner en funcionamiento al pensamiento y
dilucidar la respuesta, una vez hecho esto se debe mantener esta idea clara de
manera tal que sea la idea la que se constituya en una guía para la vida en
general.
Eliphás Levy escribía con respecto al poder inconmensurable del deseo: “Cuando el mago quiere es el mismo Dios quien quiere”.
Eliphás Levy escribía con respecto al poder inconmensurable del deseo: “Cuando el mago quiere es el mismo Dios quien quiere”.
El deseo en sí
mismo no es una guía muy fiel para la vida, en algún momento hablaremos de la
superación del deseo, pero no cabe duda de
que el deseo constituye el motor principal para que se mueva el aparato
psíquico y el alma al espíritu. No corresponde a este capítulo explicar acerca
de la superación del deseo, Buda y Pitágoras hablaron de ello. Baste saber por
hora que el deseo es la chispa que enciende, después veremos qué hacer con esa
chispa.
Por lo pronto tenemos dos ideas:
1) El Sí mismo se imagina a sí mismo.
2) Tú eres lo que tu deseo más profundo es.
Así, lo que yo pienso
de mí mismo y lo que yo deseo determinan mi esfera mental, si yo puedo dirigir
lo que yo pienso de mí (el guion de la película) y desear algo maravilloso para
mí, estaré sentando las bases para la ocurrencia del acto mágico.
El pensamiento además debe tener algunas características. El
pensamiento debe ser atingente es decir, que este en relación directa con lo
que se busaca en la magia. Una relación de contingencia supone la probabilidad
de ocurrencia de dos eventos; una relación de atingencia refiere la absoluta
certidumbre de la relación entre estos dos eventos. Si yo saludo a María y María me responde,
esto es una relación de contingencia. Existe una alta probabilidad de que si yo
saludo a María ella me responda (sobre todo si yo conozco a María). No es una
relación matemática de 1 a 1, porque eventualmente maría puede no responder.
Por el contrario, en una relación de atingencia, si yo acciono el interruptor
de la lámpara estoy absolutamente seguro de que la lámpara se encenderá o
se apagará (según sea el caso). Nosotros
debemos desarrollar la mente atingente, la mente que está absolutamente segura
de que lo que piensa sucederá para la ejecución del acto mágico. Nosotros
debemos desarrollar la ATINGENNOIA, de Noia que viene del griego Nous que se
traduce como mente, (de ahí “Paranoia”: fuera de la mente) y, el latín
“Attingo” que es el efecto de alcanzar una cosa hasta otra, o de tocarla o de relacionarse con
ella. Entonces podemos definir la ATINGENNOIA como la mente que está absolutamente
segura de alcanzar lo que piensa. Se trata de la capacidad de estar seguro de
que lo que se piensa se va a cumplir.
La MENTE ATINGENTE
es la mente que está segura de que lo que crea se creará, de que lo que piensa
aparecerá, que es otra manera de decir lo mismo. Por si no lo habían notado,
estamos hablando de la FE.
La atingennoia
puede y debe desarrollarse con algunos elementos que han de convertirse en
práctica:
- · La paciencia. No se pueden apurar las cosas. Todo tiene su ritmo el cual debe respetarse. No puede leer en medio de la noche oscura, se debe esperar a que amanezca.
- · La confianza. Dejar que las cosas sucedan. Se debe confiar en que las cosas que pide van a suceder.
- · El conocimiento. Se trata de manejar las variables para permitir que las cosas sucedan. Si quiere que suceda el acto mágico debe disponer las condiciones necesarias para ello. Si Usted se quiere ganar la lotería ¡Por lo menos debe comprar el boleto!
- · La discriminación. Tener precisión para identificar las cosas que vienen juntas y poder apartar (no engancharse) con las negativas y mantenerse enfocados en las positivas. Esto es poder discriminar las cosas que alejan la creación de las cosas que acercan la creación.
- · La constancia. Se debe ser sistemático en la aplicación de la atingennoia. Una sola vez no sirve.
- · La imbibición. Este es un proceso biológico que refiere a cómo se alimentan las células. Las mismas se rodean del alimento y éste penetra por la pared celular. Literalmente la célula se rodea de alimento. Así nosotros debemos rodearnos de aquello que queremos lograr. Por ejemplo, si queremos dinero debemos rodearnos y acostumbrarnos a las actividades propias del dinero tales como, hacer balances, saber cobrar, etc.
Entonces,
Lo que define la variable del Pensamiento para la consecución
del acto mágico lo constituye:
- Identificar qué cree de Usted
- Identificar qué quiere para Usted.
- Enfocarse en lo que Usted quiere.
COROLARIO:
Lo que yo creo de mí limita o favorece lo que yo quiero para
mí. Lo que yo quiero para mí, lo enfoco y lo materializo… ¡Es de magos!
Lic. Roger Garcés
PSICOLOGO CLÍNICO
0146 8276258