martes, 21 de mayo de 2013


SIN IRA NO HAY ENEMIGO
Anatomía del odio. Parte I
     Odio, ira, rabia, molestia, enojo, furia, irritación, cólera, resentimiento, rencor, inquina.  Son todos ropajes de una misma energía.





     A veces resulta que tenemos esa energía y no sabemos que la tenemos porque las palabras nos confunden. Por ejemplo, tenemos un malestar y  juramos que no es odio, porque creemos que odio solamente es cuando un genocida alemán de bigotes recortados ordena la aniquilación de millones de judíos en campos de concentración.  Si nos fijamos más detenidamente, si vemos más de cerca, veremos que se trata también de odio.


      En una descripción muy superficial diremos que lo primero que ocurre es la falta. Algo falta, perdimos algo que era muy importante para nosotros. Ejemplos de falta son la pérdida de un ser querido, la ruptura con una pareja, el amor que no tuvimos de nuestros padres, la pérdida de un empleo, etc.
     La falta genera tristeza, que es la emoción verdadera. La tristeza es ese estado de melancolía en donde nos lamentamos de lo que nos hace falta, pero ese estado se ve rápidamente usurpado por la rabia, que es la emoción que enmascara la emoción verdadera. Por eso cuando alguien tiene rabia, absoluta y necesariamente tiene también escondido una tristeza producida por algo que le falta.
     Por eso decimos que la rabia no se cura pero la tristeza sí. La rabia no se cura porque es una emoción falsa que enmascara la verdadera emoción que es la tristeza. Una persona puede gritar, maldecir, agredir física y verbalmente a otra y eso no hace que la rabia disminuya o se elimine. Todos saben que las peleas vienen fundamentalmente por la misma razón. Si descargar la rabia en verdad la eliminara ya no existiría la rabia, y es lógico suponer que descargar la rabia no la va a eliminar porque la rabia es una emoción falsa. Las parejas saben que cuando se pelea se pueden sacar cosas que sucedieron hace veinte años y se dicen de manera tan vívida como si hubieran ocurrido ayer, porque la rabia no se cura pero la tristeza sí.



     Con la rabia podemos hacer dos cosas: la sacamos afuera y le amargamos la vida a los demás o la echamos hacia adentro, nos la tragamos y nos enfermamos.  Cualquiera de las dos alternativas es mala. El verdadero trabajo con la rabia implica identificar nuestra tristeza, implica vivir esa tristeza, implica sanar esa tristeza y luego identificar verdaderamente qué es lo que nos hace falta. Luego de ello establecer las estrategias para alcanzar aquello que queremos. Así se satisface la falta, así se cura la tristeza y así se elimina la rabia.

Lic. Roger Garcés
Psicólogo Clínico
0416 8276258