SIN IRA NO HAY ENEMIGO
Anatomía del odio.
Parte I
Odio, ira, rabia,
molestia, enojo, furia, irritación, cólera, resentimiento, rencor,
inquina. Son todos ropajes de una misma
energía.
A veces resulta
que tenemos esa energía y no sabemos que la tenemos porque las palabras nos
confunden. Por ejemplo, tenemos un malestar y
juramos que no es odio, porque creemos que odio solamente es cuando un
genocida alemán de bigotes recortados ordena la aniquilación de millones de
judíos en campos de concentración. Si
nos fijamos más detenidamente, si vemos más de cerca, veremos que se trata
también de odio.
En una
descripción muy superficial diremos que lo primero que ocurre es la falta. Algo
falta, perdimos algo que era muy importante para nosotros. Ejemplos de falta
son la pérdida de un ser querido, la ruptura con una pareja, el amor que no
tuvimos de nuestros padres, la pérdida de un empleo, etc.
La falta genera
tristeza, que es la emoción verdadera. La tristeza es ese estado de melancolía
en donde nos lamentamos de lo que nos hace falta, pero ese estado se ve
rápidamente usurpado por la rabia, que es la emoción que enmascara la emoción
verdadera. Por eso cuando alguien tiene rabia, absoluta y necesariamente tiene
también escondido una tristeza producida por algo que le falta.
Por eso decimos
que la rabia no se cura pero la tristeza sí. La rabia no se cura porque es una
emoción falsa que enmascara la verdadera emoción que es la tristeza. Una
persona puede gritar, maldecir, agredir física y verbalmente a otra y eso no
hace que la rabia disminuya o se elimine. Todos saben que las peleas vienen
fundamentalmente por la misma razón. Si descargar la rabia en verdad la
eliminara ya no existiría la rabia, y es lógico suponer que descargar la rabia
no la va a eliminar porque la rabia es una emoción falsa. Las parejas saben que
cuando se pelea se pueden sacar cosas que sucedieron hace veinte años y se
dicen de manera tan vívida como si hubieran ocurrido ayer, porque la rabia no
se cura pero la tristeza sí.
Con la rabia
podemos hacer dos cosas: la sacamos afuera y le amargamos la vida a los demás o
la echamos hacia adentro, nos la tragamos y nos enfermamos. Cualquiera de las dos alternativas es mala.
El verdadero trabajo con la rabia implica identificar nuestra tristeza, implica
vivir esa tristeza, implica sanar esa tristeza y luego identificar
verdaderamente qué es lo que nos hace falta. Luego de ello establecer las
estrategias para alcanzar aquello que queremos. Así se satisface la falta, así
se cura la tristeza y así se elimina la rabia.
Lic. Roger Garcés
Psicólogo Clínico
0416 8276258
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